EL CAMBIO DEL CISNE.

Simplemente Cleopatra era una chica de exuberante belleza, de medidas perfectas y rostro de muñeca barbie; es por esto que no podía entender como su hermana que era según ella un patito feo comparado con ella que era según ella un gran Cisne pudiera robar tantas miradas y esto la estaba matando pero de envidia.

Es por ello, que encarando a su hermana le dice:

  • Minerva, ¿ Como es posible que tú, que ni te preocupas en maquillarte y mucho menos en ponerte ropa llamativa como yo, todo el mundo te mira y te admira?

-Cleopatra, es cierto; tú delante de mí eres un gran cisne y yo comparada contigo más bien parezco el patito feo del cuento pero como muy bien lo dices, robo muchas miradas y es porque siempre he buscado dentro de mí una belleza interna y eso es lo que ve la gente.

  • Cleopatra, escuchando a su hermana empezó a pensar muy dentro de si:

Pero ¿ Como es posible?

Yo soy vanidosa y egocéntrica, mi hermana es dulce y sencilla.

Yo busco deslumbrar y opacar con mi belleza externa, Minerva en cambio prefiere una belleza interna.

Yo visto ropa llamativa para resaltar el cuerpazo que me gasto en cambio a Minerva la adoran con todo su cuerpo forrado.

Yo me creo un oasis en cambio mi hermana se ve feliz creyéndose un desierto.

Yo me creo lo mejor del mundo por ser modelo; bueno casi Miss Universo, en cambio mi hermana se siente feliz siendo maestra de escuela.

Yo le caigo mal a la gente, en cambio a Minerva la adoran.

Yo busco enamorar y buscar la aprobación de la gente con mi espectacular físico, en cambio Minerva busca enamorar y tener la aprobación de Dios.

Fue esta última comparación la que sacudió y transformó el alma de la envidiosa Cleopatra, un cambio maravilloso movió en tan solo un segundo todas las fibras de aquel ser que explotando de gozo le dice a su hermana Minerva:

  • Hermana, no quiero ser tan fea, por favor ayúdame a tener esa belleza interna que tu posees y sobre todo ayúdame de ahora en adelante a vestir y a maquillar mi alma pero para agradarle a mi Dios.

Minerva, con lágrimas de felicidad se confundió en un gran abrazo con su hermana.

Aquel Cisne había por fin encontrado la belleza que verdaderamente importa.

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