One of the things that tells us that our children are already maturing, is when it is easy for them to separate from us and venture on some outing without us being present.

My children have always been with me, and although it has not been a trauma for me (nor for them either) to leave them with some relative for a long time, but seeing them go out with people who are not so close to the family nucleus puts me in a light and uncomfortable state of alert.

When my eldest son went to camp at the end of sixth grade, as part of a school dynamic to celebrate his departure from elementary school, I felt a little overwhelmed: my baby was no longer so small!

Now, with the second one, the educational outings have already started, which, although they are excellently organized and keep us informed during the round trip, still give me some nostalgia, because it is the first step for him to start becoming more independent of my care.

This first post-COVID-19 pandemic trip was to a theater function in the city center. His excitement was double, not only because he was going out with his classmates on a school bus, but also because he was going to the theater for the first time. That night he went to bed early, had a full breakfast at home and followed all the recommendations that the teacher made prior to the trip.

Upon returning, he told everyone the details of his experience, feeling that he is already big enough to go out alone! while I assumed that there is no longer a baby at home (I obviously recognize it) and that, unlike his older brother, he has an adventurous spirit that I must teach him the way to experiment without going to extremes.

Now he wants more adventures for the vacation period, so I must prepare to share and teach him the world, as far as my body and life allow me.

ESPAÑOL

Una de las cosas que nos indican que ya nuestros hijos están madurando, es cuando para ellos es fácil desprenderse de nosotras y aventurarse en algún paseo sin que estemos presentes.

Particularmente, mis hijos siempre han estado conmigo, y aunque no me ha resultado un trauma (ni a ellos tampoco) dejarlos con algún familiar por un largo tiempo, pero el ver que salgan con personas no tan cercanas al núcleo familiar si me pone en un ligero e incómodo estado de alerta.

Cuando mi hijo mayor salió de campamento al finalizar el sexto grado, como parte de una dinámica de la escuela para celebrar su salida de la primaria, yo me sentí un tanto abrumada: mi bebé ya no era tan pequeño!

Ahora, con el segundo, ya empezaron las salidas educativas, que si bien son excelentemente organizadas y nos mantienen al tanto durante el viaje de ida y vuelta, igual me dan cierta nostalgia, pues ya es el primer paso para que vaya independizándose más de mis cuidados.

Este primer viaje, post pandemia COVID-19, fue a una función de teatro en el centro de la ciudad. Su emoción era el doble, no solo por salir con sus compañeros de salón en un autobús escolar, sino también por ir por primera vez al teatro. Esa noche durmió temprano, desayunó completo en casa y siguió todas las recomendaciones que le hizo la maestra para hacer previo al viaje.

Al regresar, contaba a todos los detalles de su experiencia, sintiéndose que ya está grande para ¡salir solo! mientras yo asumía que en casa ya no hay un bebé (ya lo reconozco obviamente) y que a diferencia de su hermano mayor, tiene un espíritu aventurero que debo enseñar a canalizar para que experimente sin llegar a los extremos.

Ahora quiere más aventuras para la época de vacaciones, así que debo prepararme para compartir con el y enseñarle el mundo que le rodea, hasta donde el cuerpo y la vida me permitan.

Foto/Photo by: @mamaemigrante
Edición/Edited by @mamaemigrante using canva
Translated and formatted with Hive Translator by @noakmilo.