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Estimado lector.
Le escribo esta carta para tratar con usted un tema que resulta sensible para muchas personas.
A pesar de sus dificultades, lo usual es que la mayoría de las personas disfrute de la vida, es decir, de estar vivo.
Sin embargo, las enfermedades, los acontecimientos inesperados y el paso del tiempo, pueden acabar con la vida nuestra o de nuestros seres queridos.
¿Qué podemos hacer para sobrellevar el dolor que estas experiencias causan?
Por un lado, es bueno recordar que la muerte nunca ha formado parte del propósito de Dios. Él no quería que los humanos viviéramos solo unos pocos años y muriéramos, deseaba que viviéramos para siempre.
Pero la desobediencia de Adán y Eva causaron que los humanos perdieran la perfección y la muerte entró en la escena mundial.
Así pues, por medio de un solo hombre, el pecado entró en el mundo y por medio del pecado entró la muerte, y así fue como la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos habían pecado... (Romanos 5:12)
¿Significa esto que no hay esperanza para nuestros seres amados que han fallecido?
De ninguna manera. Jehová Dios ha prometido que resolverá ese problema. Mediante el Reino de Dios, en manos de su hijo Jesucristo, acabará con la muerte y traerá la perfección de nuevo a la humanidad.
También les devolverá la vida a aquellos que están en su memoria.
No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz y saldrán: los que hayan hecho cosas buenas, para una resurrección de vida, y los que hayan hecho cosas malas, para una resurrección de juicio. (Juan 5:28, 29)
Es muy consolador saber que la muerte es una condición temporal, que podremos volver a ver a nuestros seres queridos en el futuro, y que llegará el día en que nadie más muera por causa del pecado y la imperfección.
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