Pront: "Lleno de luz solar"

Cuando vi el pront del día de hoy, me recordé de un momento muy especial e interesante en mi vida, el cual me dejó una enorme enseñanza y me hizo realmente amar mucho la luz del sol a la que antes no le daba importancia, o de la que me quejaba cuando estaba muy fuerte.

Si mal no recuerdo, fue en el año 1992, en esa época yo viajaba mucho y hacía montañismo y caminatas con un grupo de amigos, y en agosto de ese año, decidimos ir al Amazonas a pasear y conocer.
El viaje fue largo, pero interesante. Entramos a través del Estado Bolívar, así que recorrimos un largo camino para llegar al Amazonas. Recuerdo que cuando llegamos, estábamos muy cansados y hambrientos y, como era costumbre, nos dirigimos al mercado, que es algo que hacíamos cuando llegábamos a una ciudad nueva del interior del país.

La razón de ir al mercado, es que normalmente se consiguen restaurantes con comida fresca y con platos tradicionales de la zona que uno visita. Sin embargo, no llegamos al mercado, debido a que conseguimos a una señora que tenía un local y vendía sopa de pescado y pescado frito del Amazonas, así que decidimos comer ahí. El otro punto importante es que el restaurante, estaba muy cerca del río y nos gustó mucho la vista y el trato de la gente.

Cuando nos sentamos a comer, conocimos a un señor que le traía pescado a la señora, y cuando conversamos con el pescador, él nos habló de la selva, de las comunidades indígenas y de ruinas de misiones, en fin quedamos enamorados de su discurso, y a la vez, cuadramos con el pescador, para ir de paseo con él al día siguiente.

En la mañana, nos encontramos con el pescador y con un niño indígena que lo acompañaba, y nos fuimos con ellos en un bote, que se podía considerar grande, comparado con los otros. Cuando llegamos al sector del río donde estaban las ruinas, le dijimos al pescador, que si quería nos indicara el camino y que después él se fuera a pescar y nos pasará buscando más tarde.

El pescador, nos dijo para quedarnos con el niño indígena, pero nosotros, un cuarteto de citadinos atorrantes, le dijimos que no hacía falta, que éramos expertos y que solo, necesitábamos, que nos indicaran el camino. Eso fue cerca de las 8 de la mañana.
Lo cierto es, que una vez que entramos a la selva, y seguimos los datos del pescador, conseguimos a duras penas llegar a las ruinas de la misión, pero realmente estábamos perdidos, debido a que en la selva no entraba el sol y no teníamos referencia para ubicarnos, todo el cielo sobre nosotros estaba cubierto por árboles y sus hojas, y solo se veían ases de luz, pero realmente no había ningún lugar abierto.

Cerca del mediodía, decidimos ir al río y esperar a que nos buscaran como lo habíamos pautado, sin embargo, al comenzar a caminar, hicimos algo mal y nos perdimos, sentíamos miedo, sed, impotencia y nos dimos cuenta de que por nuestra creencia de sentirnos dueños de la verdad, estábamos perdidos en plana selva, que si es cierto es muy hermosa, sentíamos, que ella nos había engullido, para no dejarnos salir jamás.

Cuando eran casi las 4 de la tarde, estábamos a punto de caer en desesperación, ya que nos imaginábamos pasando la noche en la selva, sin tener equipos, ni nada encima para acampar. Escuchamos que Roberto el muchacho indígena, él nos llamaba y, cuando lo vimos, lo recibimos con mucha alegría. Lo que más nos sorprendió, es que él nos sacó de la selva al río, en muy poco tiempo.

Y cuando salimos de la selva, nos encontramos con un día hermoso, lleno de luz solar, y de hecho, recibimos los rayos del sol, como un regalo de Dios y de la vida. Y a partir de ese momento, los recorridos que hicimos en Amazonas, los hicimos con Rodrigo, el pescador, y Roberto, su ayudante indígena, quienes, desde el momento en que nos perdimos, se hicieron nuestros guías y nuestros maestros.

Muchas gracias por leerme.

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