Fotohistorias de Freewrite House - LA FAMILIA DE TORTUGAS // TURTLE FAMILY [ESP/ENG]

Era septiembre en la isla. Temporada de nacimientos. Desde que encontramos a esas tortugas, las acogimos de forma temporal en nuestro jardín y supimos que una era hembra y el otro macho, esperábamos este momento. Sobre todo después de escuchar a lo largo de toda la primavera los choques de ambos caparazones mientras se reproducían.
Durante el primer año, en los meses de final de verano, salíamos al jardín a tender la ropa y buscar los primeros huevos. Nunca encontramos nada y lo dejamos pasar.
El segundo septiembre apareció, un huevo minúsculo y blanquito sepultado bajo la tierra. Lo encontró mi prima pequeña que entró en casa chillando como una loca. Todos corrimos a observarlo, como si jamás hubiéramos visto antes un huevo. Nos pusimos contentos, nerviosos y contentos otra vez. No sabíamos que hacer con él, y decidimos dejarlo exactamente en el mismo sitio. Mamá Tuga y Papá Tor por fin lo habían conseguido. Después varias veranos de intentos a pleno sol, aquello había cuajado.
Al cabo de unos días apareció correteando una tortuguita minúscula, del tamaño de una moneda de Euro. Verificamos y el huevo seguía intacto. Llegamos a la evidente conclusión de que había puesto más de uno. Con el paso de los días iban apareciendo nuevos bebés. Cada vez que alguien veía uno entraba en casa a avisar al resto con el grito oficial de: “¡¡Otra tortuguita!!”. A lo que alguien siempre contestaba: “¿Cuántas van ya?”.

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La mala noticia es que de aquella primera paca de tortugas solo quedaron tres. El resto desaparecieron , y luego encontramos plumas de pájaro esparcidas por ahí. Sacamos nuestras conclusiones. Fue todo un drama en la familia.

Pero llegó este último y tercer año, y las pequeñas volvieron a aparecer en la época esperada. Esta vez lo teníamos todo preparado: un terrario en altura y con reja en la parte superior para que ningún animal pudiera entrar. Dentro plantamos pequeñas tomateras y lechugas, añadimos piedras y una baldosa con agua a modo de piscina. Todo un parque temático.

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A base de cariño, alimentación y protección las pequeñas salieron adelante. Al cabo de unos meses, cuando ya las nuevas tenían un tamaño notable, las del año anterior eran casi adultas, y los padres no dejaban de procrear, tomamos la decisión. Contactamos con el Refugio Natural del Municipio, tenían un proyecto de tortugas en el que las analizaban y las soltaban en la zona de la isla que creyeran más conveniente según su especie, tamaño o tiempo en cautividad.

Fuimos varios a la despedida. Al principio fue todo un drama otra vez, pues aunque sabíamos que era lo correcto, la pena egoísta que sentíamos por no verlas nunca más estaba ahí. Y justo cuando nos marchábamos del lugar, aparecieron un grupo de jóvenes, todos muy alegres e interesados por la naturaleza. Pertenecían a AMADIP, la asociación para personas con discapacidad intelectual, e iban a ser ellos, junto a su monitor, quienes se encargarían de cuidar a aquellas tortugas durante su estancia en el parque. Fue un encuentro tan bonito que consiguió quitarnos el sabor agridulce con el que nos íbamos, y cambiarlo por una alegría inmensa por los animales y por los cuidadores tan magníficos que iban a tener.

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ENGLISH

It was September on the island. Hatching season. Ever since we found these turtles, welcomed them temporarily in our garden and knew that one was female and the other male, we had been waiting for this moment. Especially after hearing throughout the spring the collisions of both shells as they reproduced.
During the first year, in the late summer months, we would go out into the garden to hang out the washing and look for the first eggs. We never found any and let it go.
The second September it appeared, a tiny white egg buried under the ground. My little cousin found it and came into the house screeching like crazy. We all ran to look at it, as if we had never seen an egg before. We were happy, nervous and happy again. We didn't know what to do with it, and decided to leave it in exactly the same place. Mama Tuga and Papa Tor had finally done it. After several summers of trying in the sun, it had taken off.
After a few days a tiny turtle, the size of a Euro coin, appeared scurrying around. We checked and the egg was still intact. We came to the obvious conclusion that she had laid more than one. As the days went by, new babies appeared. Every time someone saw one, they would go into the house to tell the others with the official cry of "Another baby turtle!!!". To which someone would always reply, "How many is that now?".

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The bad news is that of that first bale of turtles only three remained. The rest disappeared , and then we found bird feathers scattered around. We drew our conclusions. It was quite a drama in the family.

But this last and third year came, and the little ones reappeared at the expected time. This time we had everything prepared: a terrarium in height and with a fence on top so that no animal could enter. Inside we planted small tomato plants and lettuce, added stones and a tile with water as a pool. A real theme park.

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With love, food and protection, the little ones made it. After a few months, when the new ones had a remarkable size, the ones from the previous year were almost adults, and the parents did not stop procreating, we made the decision. We contacted the Natural Refuge of the Municipality, they had a project of turtles in which they analyzed them and released them in the area of the island that they considered more convenient according to their species, size or time in captivity.

Several of us went to the farewell. At the beginning it was all a drama again, because although we knew it was the right thing to do, the selfish sorrow we felt for not seeing them anymore was there. And just as we were leaving the place, a group of young people appeared, all very cheerful and interested in nature. They belonged to AMADIP, the association for people with intellectual disabilities, and they and their monitor were going to be in charge of taking care of those turtles during their stay in the park. It was such a nice meeting that managed to take away the bittersweet taste with which we were leaving, and change it for an immense joy for the animals and for the magnificent caregivers they were going to have.

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Esta es mi participación en la propuesta de @freewritehouse

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