Desde que somos chicos jugamos a que tenemos arma y matamos a los demás, pero es ese grado de inocencia que no nos hace darnos cuenta que si tenemos un arma de verdad si podríamos dañar a alguien.
Quizás esta anécdota no encaje en el concurso pero igual voy a contárselas.
Como lo dije anteriormente cuando era chico jugaba con mi hermano y mis amigos a los malandros y los policías y usábamos trozos de madera y otras cosas que semejaran a una pistola o un arma. Ya cuando llegamos grandes mi hermano se preparó como policía del estado y yo decidí irme por los deportes. Siempre me llamaba la atención que se sentía tener un arma de verdad en la mano, no lo sé era como algo que yo tenía que sentir para quitarme la inquietud. Siempre que veía a mi hermano con el arma reglamentaria le decía que me la prestara pero no era permitido y nunca me la presto.
Hasta que un día Salí del confort del trabajo deportivos y me fui a trabajar como encargado de PCP (Prevención y Control de Perdida) de una empresa y desde el primer día me dijeron sabes manipular un arma y a mí de inmediato se me subió la adrenalina a la cabeza y les dije pues no, me pasaron a un cuarto y me mostraron el arma con la que trabajaría día y noche de guardias, de inmediato me enseñaron como manipularla y todo lo demás, era pajiza de dos cañones. Les confieso que todas las ilusiones que tenía cuando niño se esfumaron, tener un arma enzima es mucha responsabilidad, yo tenía mucho miedo estaba aterrado cada vez que entraba a las guardias y debía tenerla encima. No se sabía si en cualquier momento debía usarla, como podría reaccionar. Les confieso algo ¡tener un arma en casa para la defensa personal es un peligro mortal!, por los hijos, por los conflictos de pareja, entre otras acciones que suceden en casa que al tener un arma acudimos fácilmente a ella y resolver las cosas de otro modo, luego nos podríamos arrepentir.
Bueno eso es lo que puedo describir sobre la imagen propuesta.