Buenos días, amigas y amigos Hiverianos. Hoy quiero hablarle un poco de mis tres gatas.

Desde que nacieron las tengo en la casa en contra de mi hija y mi esposa; porque no les gustan los animales y yo les dijo que tener un gato, un perro o cualquier otra especie de animal doméstico, es bueno para nuestro relax espiritual; porque esos animales nos dan muestra de amor, cariño y lealtad que a veces no conseguimos en nuestros semejantes. Total, mi esposa y mi hija no quieren nada con mis gatas, pero yo las amo, las mimo y las quiero e incluso me acostumbré al bochinche y las peleas de gatos cuando mis niñas están en celo y las tres han salido embarazadas. Las veo con su barriga grande e incluso sé cuando tienen dolor de parto; por su mirada triste y brillosa, casi lloran, y yo lo que hago es pasarle las manos, acariciarlas y hablar con ellas.

Claro está, las tres no paren al mismo tiempo; pero hay un problema, nunca las he visto parir como lo hacía con la madre de ellas; que incluso la ayudaba en el parto y estaba muy atento a todo. Ahora estas gatas paren y paren y no veo sus gatitos, no veo cuando paren. De pronto se me aparecen flacas y sin hijos. Les pregunto por sus gatitos y vuelvo a ver esa mirada de tristeza y dolor. Averigüé al respecto y el señor Nelson González me dijo: "Lo que pasa ahí es que los gatos adultos se comen a los gatitos y la gata los defiende; pero no puede con los gatos. Son varios gatos que atacan y se comen las crías" Muy bien, esa es la razón por la cual no veo sus gatitos, sino su dolor y tristeza.

Ahora me pregunto ¿Qué hubiese hecho con ese poco de gatos en la casa? Creo que me recogen la ropa y la meten en un saco junto con las gatas y a la calle