De flor en flor
Las flores nunca emiten una fragancia tan dulce y fuerte como antes de un gran vendaval.
En la noche sin estrellas, viniste a iluminar el cansancio de mi día interminable, esperé pacientemente las nueve, las nueve y cuarto, lentamente fuiste soltando tus blancos brazos. Y te abriste al mundo que esperaba ver tu belleza.
El amor por mis jardines, en especial mis flores, es una semilla sembrada por mis padres y nunca muere.
Contaba tus flores para hoy, llegaste casí a la docena. Gran trabajo mi dulce dama de una noche. Los insectos atraídos por tu dulce aroma acudían por montones, llegan sin invitación.
Cada flor es un alma floreciendo en mi jardín de porrones. Todos los días les hablo y ellas me escuchan, no se quejan, ni me ponen peros. Me devuelven mis palabras convertidas en flores.
No creó haberte visto tantas al mismo tiempo, una a una fuiste abriendo escenarios de belleza. No sabía a que lado acudir a observar, por todos lados estabas presente, no quedó rincón sin una flor de baile iluminando mi jardín.
Henri Matisse