Ese hombre que está viendo hacia el norte de nuestra bella Caracas, es un señor de cuyo nombre es difícil que un venezolano no sepa. Particularmente crecí escuchando de sus milagros, su vestimenta negra con la que normalmente se le representa es única entre el gremio de médicos: Ese hombre se llamó José Gregorio Hernández Cisneros.
Un hombre oriundo de los andes venezolanos, quien se trasladó a Caracas para convertirse en médico y esa vocación lo llevó a ser apodado "El médico de los pobres", tal era su bondad. Murió atropellado cuando en Caracas había pocos vehículos automotores a principios del siglo pasado.
De igual manera, crecí oyendo la espera que llevaba el país en que la iglesia católica le reconociese los favores divinos que había otorgado a la sociedad, pero -decían- los practicantes de otras religiones o cultos, también "invocaban" su espíritu y eso había alejado al "venerable" de los favores de los católicos. En el año 2021 se dió lo que Venezuela esperaba (al menos los católicos) el Dr. José Gregorio Hernández recibió el título de Beato, convirtiéndose en el tercero de nuestro país.
No suelo ser muy religioso (lo cual no implica que no tenga fe), de hecho siempre había pensado de qué sirve una imagen de yeso en un altar sin fe y en varios rincones de este país maravilloso he sido testigo de la fe, la devoción y la confianza que le tienen al Doctor. En mio opinión, el milagro hace al santo, no la institución. Un hombre (como cualquier otro) que estuidia en una universidad (como cualquier otro) no puede con ello convertirse en el hacedor de santos, porque de hecho esa posición de "poder" la ha obtenido por decisión de hombres (como todos) susceptibles al pecado y a las tentaciones terrenales.
Sólo la fe basta. Los milagros existen para quien se ha beneficiado por ellos y no por eso dejan de ser verdad. Yo por ejmplo, no necesito una escritura (hecha por hombres) para saber que hay un Dios y la fe no está determinada por reglas de una iglesia (constituidas por hombres) para que los santos existan.
Solo la fe basta y ese hombre hombre, que mira de frente al norte, con mirada humilde y semblanza decente es, sin temor a equivocarme el mayor depositario de fe que existe en Venezuela...