“Yo te mostraré el camino que debes seguir”

En las antiguas historias orientales, se cuenta que hubo un discípulo, demasiado cabeciduro; según su familia y él mismo, alegaban que de nada le servía leer esos manuscritos que aquel maestro le entregaba cada semana para aprender; pues a la hora de resumir o explicar lo leído de nada se acordaba. Sus padres lo enviaban a donde el maestro, para que aprendiera y fuera alguien en la vida. Entonces recordé las frases de Pablo Neruda, él dice al respecto: “Los libros que te ayudarán más, son los que te hacen pensar más. La forma más dura de aprender es con la lectura, pero un gran libro de un gran pensador, es un barco de pensamientos, profundamente cargado de verdad y belleza”

¡Saludos apreciad@s lectores!

El arte de aprender es uno de los más sutiles, requiere de paciencia y obediencia; ya lo dice el rey David en el salmo 32; 8: “El Señor dice: Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir, yo te daré consejos y velaré por ti”
Siguiendo con la historia oriental, un día el discípulo se levantó decidido a renunciar a las enseñanzas de aquel Monge; al llegar le dijo: -maestro estoy frustrado y avergonzado con mi familia, me la paso leyendo los pergaminos que me usted me da para aprender, pero no consigo retener nada; creo que carezco de toda inteligencia, lo lamento, maestro-

Paciencia, contigo mismo, niño ingenuo, -le dijo el Monge- más bien vete para la playa y coge el tamiz con el que cuelo el café y las hierbas de tea; y tráelo lleno de agua. Obedientemente el discípulo fue al mar, pero cuando quiso llenar el tamiz, observo que el agua se desvanecía por entre sus agujeros, una y otra vez analizo el proceso. Con sumo cuidado logró llegar con unas gotas de agua marina en las cucharas ya limpias que llevo con el tamiz. Es imposible lo que me has pedido maestro, en cuanto a acarrear agua en el tamiz.

Sonriente, el maestro lo felicito por las gotas que cuido; y le dijo: -observaste que el tamiz, cada vez que lo sumergías, ¿iba saliendo más limpio? -sí señor, dijo el muchacho- pues esa es la lección del día: cada vez que lees, vas limpiando tu mente de vivencias y recuerdos sucios y dañinos que has ido acumulando; llegará un día en que tu mente y tu corazón están puros y recordarás espontáneamente las enseñanzas.
Recordemos lo que dijo el filósofo Ralph Waldo Emerson: “Si encontramos a un hombre de extraño intelecto, deberíamos preguntarle ¿Qué libros lee?”

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