Los disparos han cesado, ya no escucho a las personas gritar, ya los niños dejaron de llorar.
La sangre, la pólvora y el metal ardiente se han mezclado en un fétido y nauseabundo olor, tan fuerte y desagradable que corrompe al mas fuerte corazón, llenándolo de miseria, espanto y terror.
Una espesa y oscura neblina cubre el ambiente como un manto negro, señalando el luto y la tragedia.
Mi vecindario no existe ya, solo quedan ruinas y escombros de casas, de hogares, ahora lo único que queda en pie es la desesperanza y el dolor.
La parca ha mostrado su tenebrosa y maligna mano, colocando su sello en bombas y proyectiles, en bayonetas y granadas.
Quiero despertar de este lúgubre sueño, creación de los demonios de la guerra, sedientos de sangre, señores del caos y la agonía.
¡Por favor despiértenme! solo quiero abrir mis cansados ojos y ver de nuevo a mis padres, a mis hermanos, quiero volver a ver sus rostros, escuchar sus voces, ya no quiero estar en esta terrible pesadilla.
Ahora el cuervo metálico vuela sobre nosotros, observando maravillado y deleitandose el resultado de la muerta y destrucción.
En los limites de un pestañeo, se libera un brillante destello, mas fuerte que los rayos del sol. Cubriendo la tierra y el cielo, convirtiendo en cenizas todo lo que esta a su paso.
Siento mi cuerpo arder, como si las llamas del mismo infierno estuviesen cubriéndonos, mis ojos se cierran ahora para siempre.