Embriagados de felicidad, celebramos su logro en tiempos de pandemia

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Hoy ha sido un día de muchas emociones y euforia. Un día que, en septiembre del año 2015, veíamos muy lejos cuando dejamos a nuestra hija en la capital del país, a los 16 años, para que iniciara sus estudios universitarios.

Han sido casi cinco años de muchos sacrificios y esfuerzos para alcanzar la meta soñada. A lo largo de este tiempo, ella demostró con su tenacidad que no se dejaría vencer por los problemas sociopolíticos que tuvo que vivenciar, por las bombas lacrimógenas que se colaban por la ventana de su habitación porque vivía en el epicentro de las concentraciones y marchas. Menos se dejaría vencer por la falta de transporte, por la falta de agua, por la falta de luz, aunque esto sí la hizo flaquear en marzo de 2019 durante el apagón nacional después de haber culminado el séptimo semestre. Pero se lleno de valor y continuó porque tenía bien claro lo que quería.

Tan claro lo tenía que este último semestre y en medio de la pandemia y la cuarentena que nos cambió la vida, terminó su trabajo de grado y lo defendió con excelencia.

Hoy, nuestro ruego familiar era que no fallara la luz ni el internet porque la defensa sería virtual. Gracias a Dios, todo funcionó bien para ella.

Desde que comenzó el día, mi cabeza no estaba sobre mis hombros, estaba en Caracas con ella. En otras circunstancias, hubiéramos estado a su lado, apoyándola en todo y que al final de este gran momento, pudiera encontrar nuestros brazos para darle nuestro calor y nuestras muestras de amor y orgullo.

El gran día llegó y hoy, embriagados de felicidad, celebramos su logro en la distancia. Las lágrimas de dicha se confundían con las de las risas incontrolables.

Las fotografías que comparto en esta publicación fueron capturas de nuestra videollamada al celular y de la pantalla de la computadora desde donde hizo la defensa. No son de buena calidad, pero recogen la alegría del momento.

Ya, al final de este día maravilloso, no quería irme a dormir sin dejar esta publicación como testimonio de mi felicidad y orgullo por el logro alcanzado por mi hija @sofiaquino98. Sólo falta esperar el acto de grado para recibir su título como Psicóloga. Ojalá que las circunstancias hayan mejorado.

También, en las últimas horas de este día, pienso en mis alumnos de la universidad y en sus padres y elevo una plegaria para que nuestra Casa más Alta, la Universidad de Oriente, renazca de las cenizas en las que la han dejado, y para que ellos puedan vivir la emoción de un día como este en el que ven materializado su sueño, pese a los obstáculos.

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