Extraño Concurso No. 36. Colmillos Oníricos

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Aquí estoy, solo y triste. En los rincones sombríos de la ciudad de Guadalajara. Soy Marco, un joven inquieto, que se aventuró a probar aquello que le daba curiosidad que siempre tenía Roberto en su bolsillo y había olvidado en su mochila. Un sobre con una píldora, la cual es una droga potente que promete una experiencia más allá de la realidad.

Después de consumirla, mi percepción del mundo se distorsionó, y me encontré en un trance alucinatorio.

Caminando por un paisaje surrealista, me vi ante una planta gigante que emergía del suelo. Su tallo era oscuro y retorcido, y sus hojas parecían susurros. Sin embargo, lo que captó mi atención fueron los dientes afilados que sobresalían en el centro de la planta, semejantes a colmillos de un vampiro.

Hipnotizado por la visión, sentí una extraña conexión con la planta. Los dientes parecían destilar una energía inusual, ya sabes, pero, y la planta vibraba con una vida propia. En mi estado alterado, creía que esta entidad vegetal tenía un conocimiento ancestral, como si guardara secretos del universo. Quizá era parte del Kah.

Los colmillos de la planta emitían un resplandor fantasmagórico, y de pronto sentí que me observaban con una conciencia misteriosa. En ese trance alucinatorio, la planta me hablaba en susurros ininteligibles, revelándome visiones de mundos desconocidos y tiempos olvidados, donde Dioses antiguos esperaban ser invocados nuevamente.

A medida que la droga potente se disipaba, la visión de la planta con dientes se desvanecía lentamente. Regresé al mundo real con la sensación de haber experimentado algo más allá de la comprensión humana. Aunque las imágenes se desvanecían, la impresión de los colmillos de la planta persistía en mi mente, dejándome con la certeza de que había tocado los límites de la realidad y la fantasía.

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