LO MÁS TÉTRICO DEL AMOR: Capítulo 13

Antes de huir

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Desperté con el brazo de Diego rodeando mi cintura, él estaba aún dormido abrazado a mí. Estábamos en una habitación diferente, parecía ser la suya, totalmente oscura pero elegantemente decorada. Me solté de su agarre y caminé por la habitación hacia la sala.

Todo estaba en penumbras, miré el reloj en la cocina, eran cerca de las ocho de la mañana. No me había fijado en las fotos cerca del pasillo que daba hacia los cuartos, unas cuantas fotos de Diego joven y una foto vieja con una pareja detrás de él.

Sus padres biológicos. —Pensé. El rostro de la mujer me parecía muy familiar, el de Diego igual, como si ya antes los hubiera visto.

Mientras miraba las fotos una infinidad de preguntas vinieron a mi mente ¿Qué sucedió con los padres biológicos de Diego? ¿De dónde saca tanto dinero para llenarse de lujos? ¿De qué quiere protegerme? ¿A qué se refería con qué quiera irme cuando me libere? Fruncí el ceño al sacar estúpidas conclusiones en mi mente.

Unas gruesas manos rodearon mi cintura y por instinto giré a la defensiva. Diego estaba detrás de mí sin camisa, vistiendo solamente un pantalón de pijama, su cabello estaba desordenado y su tacto hacia mí ya era familiar.

—¿Qué haces aquí? Vuelve a la cama conmigo. —Hizo un puchero, tomó mi mano y me haló hacia el pasillo.

—Espera... —Me detuve frente a él.

—¿Qué sucede?

—Quiero hablar, si no me vas a decir lo que sucede conmigo... ¿Al menos podrías decirme que sucedió contigo?

Su mirada se oscureció y cerró los ojos con expresión de dolor al tener que revivir algún tipo de recuerdo. Pasó las manos por su cabello y asintió.

—Mereces explicaciones y por supuesto que te daré las que pueda.

No pude evitar sonreír de alivio al escuchar esas palabras, en verdad necesitaba calmar mi inquietud con algunas respuestas, dejar de imaginarme cosas o sacar conclusiones probablemente erróneas. Señaló el mesón de la cocina y me senté en una esquina justo en frente de él con impaciencia.

—No sé por dónde empezar...

—Empieza diciéndome de donde sacaste tanto dinero para costearte este lugar, al igual que tus guardaespaldas y todo lo demás, si se supone que huiste de casa sin un centavo...

—Antes de huir tomé lo que pensé que me correspondía. —Dijo limpiamente.

—¿Le robaste a quienes quisieron regalarte una nueva vida? ¿Por qué?

—No les robé, tomé lo que ellos me quitaron.

Fruncí el ceño.

—¿Te quitaron?

Asintió con la expresión seria.

—No comprendo.

—Todo el dinero de los Olsen le pertenecía a mis padres. —Su expresión seguía fría, pero sus manos se cerraron en un puño cada vez que confesaba algo. —Y pretendo recuperarlo todo.

—Pero tus padres murieron cuando tú eras pequeño '¿no?

—Ellos mandaron a matarlos. —Cerró los ojos como si recordara perfectamente como sucedió. —Y yo estaba ahí.

—¿Cómo que estabas ahí? —Pregunté estupefacta.

—Yo había llegado tarde de clases y vi unos autos estacionarse al frente de la casa... —Hizo una pausa y respiré. —Quise entrar por la puerta de atrás y escuché los autos irse, siempre que mis padres tenían visitas yo subía directamente a mi cuarto.

Asentí escuchando atentamente su relato.

—Dos horas después vi que los autos ya no estaban y bajé a la cocina a cenar. —Tragó saliva y sus ojos se pusieron vidriosos. —Mi madre estaba tirada en el suelo bañada en sangre y mi padre en la sala con una bolsa de plástico alrededor de la cabeza.

El terror se apoderó de mi cuando imaginé a un joven de trece años mirando a sus padres en ese estado, dios mío.

—Por instinto comencé a gritar, llamé a la policía y a los vecinos, pero era demasiado tarde. Tenían mucho tiempo así y fue mi culpa, si hubiera llegado antes quizás los pude haber salvado. —Las lágrimas empezaron a caer por sus mejillas. Me conmoví tanto que no sabía cómo reaccionar, no podía sentir el mismo dolor que él y me moriría si viviera lo mismo.

—Si hubieras llegado antes, te hubieran matado con ellos. —Tomé su mano.

—Destrozaron toda la planta baja de la casa y la oficina de mi padre. Dos días después los Olsen aparecieron para brindar su apoyo, eran los más fieles socios de mi familia, como era un niño huérfano y no tenía cerca a algún otro familiar ellos decidieron encargarse de mí.

—Y te adoptaron. —Asintió y limpió sus lágrimas con el dorso de sus manos.

—El caso de mis padres nunca fue investigado, los Olsen nunca quisieron ayudarme a descubrir quienes les habían hecho tal cosa. Solían decirme que las personas culpables podían ser muy peligrosas, por lo cual, no pondrían en riesgo ni mi vida, ni la de ellos.

—¿Entonces como es que no conociste a tu hermanastro?

—Cuando llegué a la mansión de esa familia, el señor Olsen se había llevado a su hijo mayor a un internado en Alemania. Luego de adoptarme, él también se fue y me quedé con su esposa durante dos años.

—¿Cómo estás seguro de que ellos mataron a tus padres?

—Me dije a mi mismo que si no me ayudarían a hacer justicia, me encargaría solo. Empecé a indagar y siempre que la señora Olsen salía y me dejaban solo en la casa me puse a averiguar más sobre esa familia, tenía curiosidad de saber con quienes me quedaba o si los matarían también algún día.

—Tiene lógica, es lo que yo estoy haciendo en este momento contigo.

—Luego de un año me di por vencido, nada en ellos podría darme pistas para saber qué clase de gente asesinó a mis padres, pero un día conseguí una pequeña llave que pertenecía a un cajón oculto en el rodapié de un estante en la oficina del señor Olsen. Tardé varios días en convencerme de si era correcto hacerlo, se habían comportado tan bien conmigo que sentí que los estaba traicionando. Sin embargo, lo hice...

Su mandíbula se endureció y presionó los dientes con fuerza, me levanté de la silla y lo abracé. Me sentía demasiado culpable de estar proporcionándole tanto dolor, ya era suficiente, tenía más respuestas de las que necesitaba.

Su cara reposaba en mi pecho y lloró con fuerza, una angustia recorrió mi cuerpo y no pude soportar verlo así.

—Y...

Acaricié su cabello y levantó su cara, me miró fijamente y esa mirada penetrante que tanto conocía me dijo todo.

—En el cajón había un sobre, dentro habían fotos de los cadáveres de mis padres, su información bancaria y los papeles originales de todas las propiedades que tenían.

Me abrazó con fuerza y siguió.

—Había tanta rabia dentro de mí que tomé todas esas cosas, abrí la caja fuerte y les robé todo el dinero que pude, entre joyas y algunos lingotes de oro que tenían. No hice caso a la parte razonable de mí, todo eso me pertenecía, me quitaron a mis padres y ahora que me habían adoptado, ese dinero pasaría a ser suyo... no pude.

—Es suficiente... —Pedí, pero fui ignorada.

—Me fui de casa y jamás dieron con mi paradero, aunque yo los observaba, siempre me mantuve cerca... hasta que supe de ti.

Mi cara palideció, me separé de él y nuestras miradas se encontraron desesperadamente.

—Desde que llegaste a esa casa me propuse cuidar de ti, siempre he estado al pendiente.

—¿De qué hablas?

—De todas las cosas que conseguí, había información sobre los Asher. Supongo que es porque había ciertos negocios entre tus tíos y los Olsen, pero había demasiadas fotos tuyas en archivos y carpetas. Pasé tanto tiempo viendo tus fotos que siento que estuve contigo todo el tiempo, aunque tú no me vieras.

Algo en su tono de voz me había calmado, pero todo el miedo del mundo se estancó en mi mente al preguntarme ¿Por qué habían fotos mías en casa de los Olsen? ¿Para qué? Un escalofrío recorrió mi cuerpo y no pude evitar notar que mis manos estaban frías.

—¿Por qué habrían fotos mías en casa de los Olsen? Digo, no es como que yo sea alguien importante.

—Estas muy equivocada si piensas que no eres importante.

—¿A qué te refieres?¿Quién soy?

—Eres en parte, la dueña de este lugar. —Dijo sonriendo y haciendo un gesto hacia el resto del apartamento.

Reí irónicamente y su gesto volvió a ser firme.

¿Estaba diciendo la verdad? ¿Qué yo qué?

—¿Cómo voy a ser dueña de esto? Ni siquiera tengo en que caerme muerta. Me tienen que mantener...

—No Sofía, parte del dinero que robé es tuyo.

Mis ojos se abrieron de la impresión, abrí la boca para decir algo, pero simplemente no pude evitar reír de nuevo.

—Ahora si estás jugando.

—Toda la fortuna de tus tíos en realidad es tuya y de tus padres. Cuando tu abuelo murió dejó una jugosa herencia a nombre de tu padre, pero tu tío intervino el testamento y se puso a nombre de todo, supongo que compró al abogado y a los notariados también.

Una oleada de recuerdos vino a mi mente. Recuerdo a mis padres hablar sobre algo que nos pertenecía y que nos habían quitado. Jamás conocí a mi abuelo, él murió cinco años antes de que yo naciera así que jamás supe nada respecto a su muerte, no quise preguntar.

Mis tíos siempre solían presumirme respecto a que toda su fortuna se debía al trabajo que habían desempeñado ambos, pero jamás vi a mi tío trabajar por un centavo, solo viajar y volver con miles de cosas lujosas.

Diego hizo un gesto con la mano y caminó hacia una gran biblioteca en la sala. De un archivero sacó tres sobres manila y los puso en el mesón. Los visualicé uno por uno, tenían los hombres "Sofía Asher" "Alejandra Asher" y el ultimo "Diego Paulini" Levanté la mirada hacia Diego.

—¿Eres tú?

Asintió y tomé mi sobre. Lo abrí mientras que visualicé de primera una foto mía a los ocho años, tras ella una a los nueve, diez y once... un conteo de mi crecimiento hasta actualmente. Diecisiete años.

—Esperaban que cumplieras los dieciocho para casarte con Carlos y que toda la fortuna pasase legalmente a ellos. —Increíblemente todo lo que estaba diciendo Diego tenía sentido. Me senté de nuevo y dejé el sobre con mi nombre sobre el mármol.

Y no pudieron elegir mejor momento para casarme que a tres meses de cumplir mi mayoría de edad.

—¿Qué hay de Alejandra?

—Ella es a quien iban a casar, pero ya es mayor de edad y su fortuna igual sigue siendo tuya. Supongo que la tenían como anzuelo, alternativa o algo por el estilo.

Cómplice.

—Si eso es así ¿Por qué mis padres me enviarían con ellos?

—Porque saben que estarás protegida si legalmente eres tú la del dinero, sin embargo, al casarte con Carlos... tu seguridad pende de un hilo si llegas a estorbarles.

—¿Esto es de lo que quieres protegerme?

Asintió.

—¿Por qué dices que me conoces desde antes?
Él abrió la boca para decir algo pero se arrepintió, pensó un momento lo que diría y al fin habló:

—Te he estado siguiendo los últimos años porque conocía sus planes y porque no iba a permitir que hicieran lo mismo que conmigo, en el club, en la fiesta, desde que llegaste a la ciudad mi deber ha sido cuidarte.

—Aún tengo una duda...

—Dime.

—¿Por qué mis tíos aceptarían casarme con Carlos si yo soy la del dinero? ¿Y por qué soy yo la del dinero?

—La mitad de la fortuna de los Olsen es mía, la otra mitad se la robaron a los Asher antes de irse a Alemania. Ellos tienen tu dinero, pero tú tienes el poder porque es tu herencia. Ellos necesitan alegar un matrimonio para que legal y "moralmente" todo el dinero y bienes pasen a Carlos cuando tú heredes. —Se detuvo y entonces supe que se había arrepentido de lo que había dicho.

Me quedé en seco un momento y todo dentro de mí se derrumbó, sentí un golpe en el estomago cuando uní todas las piezas del rompen cabezas, todo tenía coherencia y sentido para mí. Inmediatamente me levanté y corrí hacia el ascensor.

—¡Ábrelo! —Grité golpeando el metal.

Negó con la cabeza.

—No voy a permitir que te arrebaten de mí, Sofía —Soltó.

—¡Abre el maldito ascensor! —Imploré golpeando cada vez más fuerte.

Él se acercó y tomó mi cara entre sus manos, las lágrimas empezaron a brotar descontroladamente y sentí como mi piel se debilitaba, me abrazó con fuerza para tranquilizarme, pero no tenía caso, la furia, preocupación y desesperación eran más poderosas dentro de mí. No necesitaba pensarlo mucho para saberlo: matarían a mis padres.


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Estoy muy emocionada, en serio, me cuesta creerlo pero no es para menos, esto amo hacer y estos escritos se llevan la mejor parte de mi personalidad.

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