Te voy a confesar algo. Como no tengo internet, y es muy poco probable que me pueda conectar durante estos días, semanas o meses, he decidido tomar como un ejercicio algo que se basa en lo siguiente: imagino que ahora mismo estoy en el chat, te escribo, sé que estás leyendo esto ahora y puedo visualizar los tres puntos suspensivos moviéndose, que me indican que ahora vas a responder. Entonces como ahora no tengo Internet, lo cual no importa; porque ahora estamos chateando. Quiero preguntarte cómo estás, qué comiste, qué soñaste. Después de eso quiero ver tu rostro, y no importa que sean imágenes pixeladas. Después de todo es un privilegio poder comunicarnos. Te cuento que ahora mismo bebo vino. La segunda botella que destapó mi jefe. Te cuento además que ha sido un día lleno de incertidumbre; bueno más de la que ya había. Lo cierto es que volveré a la habitación, esta mañana he ido a limpiarla. Se trata de una inspección del gobierno al colegio que forma parte de la casa. Por lo tanto, dijo que debía despedirme, y además de mudarme, por unas semanas, que serán meses, y se convertirán en años. Su energía era totalmente distinta a la noche anterior. Su humor es constantemente cambiante. No voy a negar que la noticia fue una punzada en un costado de mi costilla. Esta mañana compré un bombillo y me fui a la habitación. Allí limpié el piso que estaba repleto de polvo y algunas docenas de cucarachas. La humedad estaba húmeda, valga la redundancia. Estoy parado otra vez en el mismo lugar. Es un laberinto por dónde he caminado mucho tiempo. La verdad es que no soy bueno para estos juegos de la vida. Dirás que estoy loco, pero puedo sentir respirar en mi hombro todos los demonios que habitan aquí. He soltado un par de lágrimas no te voy a mentir, y me he enrollado entre las sábanas hasta quedarme dormido. cuando volví por mis cosas se disculpó por la forma de tratarme esta tarde, y supongo que, para recompensar su falta de atención sobre sus emociones, sacó dos botellas de vino, dio dos palmadas en mi hombro diciendo que me aprecia mucho. Conversamos acerca del arte, afirmándome que es lo único que nos salva de todo esto. Dice que vendrán tiempos peores, que lo que se avecina es muy arrecho, muy arrecho, lo repitió tantas veces que ya comienzo a sentirlo. Me habló de sus ex esposas, de sus hijos, y los gastos que debe hacer al respecto, liquidaciones, pagos por ahí… Me comentó que nunca había estado tan jodido, y seguido me ofreció destapar otra botella. Esto es lo que ha ocurrido en mi día de hoy; un coñazo existencial y el vino para soportarla. Y mañana, y los días que quedan de mi existencia ya no importa. Volveré a empezar, siempre comienzo, no hay un final, es un constante comienzo cada paso que doy. Y he aquí mi confesión: lo único que me mantiene vivo son los recuerdos, los olores, el sabor y el tacto, y la imagen de un sol cayendo. Lo único que me mantiene vivo es saber que tú existes, y que me escuchas.
