MI MARIDO Y SU MAYORDOMO

Era octubre aquella tarde,
poblada la vereda de hojas secas
crepitando bajo mis plantas descalzas
a cada paso que con precisa precisión pisaba.

image.png

Caminaba...dudaba,
pensaba y volvía a dudar,
mas no detuve mi andar.
Ni por un instante volví la vista atrás.
Dudaba, sí…no sabía dónde ir.
Segura, sí…jamás volvería a ti.
Tenía las manos llenas el día que te encontré,
mi alma rebosaba de sueños,
las alas ligeras al empuje de mil ilusiones.
La sangre joven sigilosa en las venas,
las ganas dormidas en el novel cuerpo.
Mi cuerpo, guitarra sin conocer guitarrero
que despertara el vibrar de mis cuerdas.
Ayer rompiste mis alas,
las tiraste al suelo
después de diez años acortando mi vuelo,
cuando me habías prometido el cielo.
Le dije señores:
Me voy de aquí,
no tengo claro dónde ir,
solo la seguridad de estar lejos de ti.
Eres malo y traicionero,
no era tu mayordomo.
No fue tu niñero
que sucia mentira,
cuanto me tomaste el pelo.
No te lo heredo tu abuelo.
Es tu vejete, el dueño del dinero,
juntos se rieron de mi inocencia
cuando te entregaba las rosas el jardinero,
con la excusa de no pincharme un dedo.
Cuando preparaba la tibia tina,
cuajada de pétalos con tanto esmero
y en tus noches de desvelo
cuidando el viejo mayordomo
por ser valiosa herencia de tu abuelo.
Apenas hoy entiendo,
y me queda claro
porque llevas sus iniciales
en tu blanco pañuelo.
Quédate con tu gavilán
desarrapado polluelo,
actorcito en teatro de pueblo.
Varaste mi barca,
pero ya ves, yo hoy alzo el vuelo.

image.png

Era octubre aquella tarde,
otoño gris, frío y lluvioso,
más no me gano la congoja,
me zafé de aquel anzuelo.
Y ahora que conocen mi historia,
díganme señores, damas y caballeros,
¿acaso como legal viuda
no tengo derecho a volver a pisar este suelo,
para reclamar mi herencia
y quemar todos sus pañuelos?

H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
Join the conversation now