El suicidio en estudiantes de medicina

Hace algunos días una noticia trágica se hizo viral, una estudiante de medicina en El Salvador, quien se encontraba haciendo sus pasantías hospitalarias decidió quitarse la vida, dejando atrás para el horror de todos, sus gritos de ayuda plasmados en las redes sociales.

Para cualquiera que haya estado en un ambiente colmado de humillación y tortura, como el tristemente habitual en nuestros hospitales latinoamericanos, la noticia tiene un trasfondo un tanto simplista: alguien vulnerable se encontraba a merced de la maldad pura, disfrazada de docencia.

Es común que al estudiante de medicina se le exijan esfuerzos que violan directamente cualquier ley que busque salvaguardar la dignidad humana. Y lo hacen, con una explicación que tergiversa por completo valores tan puros como el amor al prójimo o la vocación, para convertirlos en una clara declaración de esclavitud.

Desde humillaciones públicas en plena revista médica, hasta acciones absurdas con el fin de prolongar las agotadoras jornadas que sobrepasan siempre las 24 horas continuas de trabajo. ¿Y, por qué? “Porque vosotros estudiantes, habéis osado a convertiros en una pseudo-deidad como yo, y no se puede dejar pasar tal ofensa”.

Normalizando lo incorrecto

Así como ocurrió con el movimiento "Mee-Too", donde el acoso de poderosos era prácticamente legal, puesto que se podía ser víctima o testigo de alguna situación, pero el silencio era lo más prudente si lo que se buscaba era aspirar a por lo menos seguir teniendo trabajo.

Así también, en los hospitales existe ese secreto a voces en donde el pasante es sistemáticamente maltratado “por su propio bien”. Porque, aparte intentan racionalizar dicha tortura, con explicaciones baratas sobre insensibilizarlos frente al dolor del paciente, mientras se les habla de manera incongruente sobre mantener viva la empatía.

Cuestión de costumbre

Pero la realidad es mucho menos altruista de lo que quieren aparentar, ya que los maltratadores no fueron más que los estudiantes maltratados de su época. En términos generales, los ogros más ogros de un hospital, no son recordados como los estudiantes más brillantes de su carrera.

Quienes pueden dar fe de sus andanzas como pasantes hospitalarios, no se refieren a ellos como las eminencias que pregonan ser (y que después de tantos años de experiencia y estudios, puede que actualmente sean), pero esto no siempre fue así, aunque ellos intenten ocultar la realidad.

La venganza del especialista

Entonces, tras esa coraza de omnipotencia, se esconde un ser humano herido, quebrado y pisoteado como gran parte del estudiantado. No obstante, esta no es una excusa válida para ir haciendo el mismo daño que le han hecho, y menos aun para racionalizarlo como parte normal de la vida dentro de un hospital.

Ausencia de culpabilidad

Lo que es más trágico, es que estos médicos muchas veces son capaces de ver el maltrato que hace un colega sobre un estudiante, y pueden incluso comentarlo de manera crítica. Mientras que son totalmente ciegos a su propia conducta. Son un vivo ejemplo de “es más fácil ver la paja en el ojo ajeno”.

La tragedia de estas actitudes es que se forma un círculo vicioso de torturas sistemáticas y terriblemente jerarquizadas, en el que cada nivel superior humilla al que está un escalón por debajo. Y esta cadena es tan espantosamente eficaz, que incluso estudiantes se tornan en humilladores de sus compañeros de años inferiores.

Asumiendo las responsabilidades propias de una deidad

Por otra parte, son muy pocos los médicos maltratadores (y otros profesionales de la salud, cabe destacar), que ante el cumplimiento a la perfección de sus exigencias casi inhumanas, respondan con alguna muestra de simpatía al estudiante, ya que a su parecer esa es su labor, aunque generalmente no lo sea.

¿Cuál es el aprendizaje de todo esto? Una indiscutible sensación de inutilidad, nada es suficiente, nada se hace bien. Esto hace que ante el mínimo error, el estudiante caiga en una actitud extraordinariamente dura consigo mismo, y este auto-maltrato cruel y continuo lo va preparando para convertirse en el próximo médico humillador.

El cambio es más que necesario

Por ello, ante una tragedia que se hizo viral solo quedan dos opciones: escandalizarse por un tiempo y al final, no hacer nada al respecto o comenzar a exigir dignidad y respeto en los ambientes hospitalarios. Y esa exigencia debe provenir de todos quienes sean parte del sistema, y no solo del estudiante, puesto que su único propósito es: aprender.

Espero que dentro de poco en Latinoamérica se reconozca lo innecesario de los métodos medievales con los que se rigen las pasantías en medicina. Y, espero que aquellos que fuimos víctimas de algún tipo de maltrato, logremos sanar. Para así no convertirnos luego en uno más de ese montón de profesionales que hacen más daño que bien.

Si eres una víctima del sistema hospitalario, denuncia, pero si eres un testigo, por favor defiende y apoya. No podemos seguir callados ante lo que sabemos que está mal. Solo por temor a que existan represalias tan atroces como que nos arrebaten nuestro sueño de ser médicos, porque ese es un poder que tristemente consideran poseer.

Y lo harán hasta que la justicia real se los arrebate, porque lo que hacen es ilegal. Además, atenta directamente contra el principio hipocrático que nos representa: “primum non noncere” (lo primero es no hacer daño).

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