Una de las cosas que tiene una cultura no censurada, es que permite solidarizar el sufrimiento. Cuando el arte de una región es orientado por una mano de hierro que solo la impulsa en un sentido, ya sea el del edulcoramiento burdo, o en el de una "correctitud política" vil, es difícil que la penuria y la privación pasado por un sector de esa región, sea entendido por el de otro. Es en este estado, en donde el silencio es la única afirmación posible para el que sufre, en donde los gestos no fertilizan la empatía, donde el arte que se necesita, brilla por su ausencia, y todos quieren huir.