El beso prohibido
Demetrio era un humilde labriego que cultivaba la tierra para mantener a sus padres y hermanos pequeños. A pesar de ser un hombre con indicios de casarse, aún no tenía entre sus planes buscar una mujer para realizarse a la vida marital. Él solo pensaba en darles todo lo necesario a sus queridos familiares.
En aquella época el imperio Arzue dominaba toda esa tierra y por lo tanto las leyes eran cumplidas al pie de la letra. El emperador Aquinio quien era un déspota y tirano; proclamó la siguiente ley: "el besarse es un deleite exclusivo de la realeza y el indigno pueblo, no podrá hacerlo, quien lo haga sufrirá pena de muerte".
El pueblo debió aceptar la imposición del tirano Aquinio, así que las únicas muestras de cariño entre los amantes era el roce de las manos y un beso en las palmas de las manos por parte de las mujeres. Debido a esto la gente que vivía bajo el dominio del opresor, tenía planes de sublevarse, pero aún no había el momento preciso para hacerlo.
Muchos amantes eran sorprendidos besándose y de inmediato ejecutados en frente del pueblo, para generar miedo y sumisión entre la gente. Demetrio presenciaba las terribles ejecuciones y solo agachaba la cabeza, siguiendo su camino ante los gritos desesperados de los amantes.
En uno de esos días mientras su vista miraba el piso rojizo y polvoriento del camino, se topó con unos pies, pequeños y delicados, blancos como la porcelana más fina y hermosa que había visto. Levantando la mirada se fijó en aquellos ojos castaños preciosos y en aquella boca que parecía forjada por los mismos dioses.
Ella sonríe y lo saludaba cordialmente, Demetrio respondía de igual forma y en aquel instante sintió algo en el corazón; nunca había sentido tal sentimiento en su corazón, desfalleciendo ante la belleza y ternura de la mujer. «Hola, soy Anel, mucho gusto», hablaba la mujer con una sonrisa cándida.
Un poco aturdido, Demetrio le respondía: «Un gusto señorita...» después de una pausa prolongada terminaba de responder, «Soy Demeti... Perdón, soy Demetrio». Recuperaba la valentía ante la belleza de Anel. La mujer llevaba unas tinajas de agua para su casa y Demetrio se ofreció a ayudarla. Juntos fueron por el camino polvoriento; platicaron de muchas cosas.
Hasta que el fin del camino terminó con la charla. «Gracias por acompañarme, pero debo despedirme de usted gentil caballero», le decía Anel al embobado hombre. Ella tomó su mano y la acarició tiernamente, luego le beso las palmas de las manos. Demetrio sintió como su ser se estremecía ante tal muestra de cariño.
Luego de esto la pareja siguió saliendo y conforme pasaba el tiempo, su amor se hacía cada vez más y más fuerte, tanto que Demetrio moría por darle un beso a su bella amada de piel de porcelana y cabellos lacios rojizos. Ella lo detenía recordándole la ley y aunque ambos morían por hacerlo no debían arriesgarse.
Una noche Demetrio después de algunos vinos tomados, fue hasta donde Anel, ella tierna y amorosa lo recibía en casa. Demetrio un poco atontado por el licor, le expresaba su amor a la bella dama y le decía que solo quería disfrutar de un instante en sus labios. No tenía cabeza más para imaginar el dulce néctar que brotaba de sus labios.
Anel aunque moría por besarlo, se resistía a lo prohibido, pero tal era la insistencia de Demetrio que en un descuido, la tomó por su cintura y juntó sus labios a los de la bella dama. La pareja explotó de amor y ambos se entregaron al éxtasis de lo deliciosamente prohibido. Los amantes seguían en su danzar de labios hasta que un envidioso hombre los miró y fue a denunciarlos.
Al poco tiempo la casa fue invadida por los soldados quienes capturaron a la pareja, fueron llevados hasta el emperador Aquinio para ser sentenciados por su grave delito. Anel lloraba desconsoladamente y Demetrio se sentía terrible, ya que por su culpa los dos morirían.
«¿Por qué lo habéis hecho, sucias ratas. Acaso no saben que el beso es un acto solo permitido a los dioses como nosotros?». Se acercaba a la pareja mientras tomaba el rostro de Anel. «Mírame, sucia ramera, soy tu dios, acaso eres mejor que yo. Acaso tenéis el privilegio de disfrutar del beso como nosotros, ¡responde!».
Anel lloraba desconsoladamente mientras Aquinio acercaba sus horribles y malolientes labios a la bella mujer. Hacía una pausa y le susurraba, «antes de morir disfrutaras el beso de un dios». Anel gritaba desesperada y Aquino se imponía a la fuerza, impregnado sus horribles labios resecos sobre la delicada tez de Anel.
Demetrio gritaba y una fuerza sobrehumana le hacía soltarse de sus ataduras, para luego tomar la espada de uno de los soldados, aniquilar a unos cuantos, y abalanzarse sobre Aquinio quien sorprendido no puede hacer mayor cosa y caía atravesado por la espada del furioso enamorado.
El emperador yacía muerto en un charco carmesí y el resto de soldados iban sobre Demetrio, quien tomaba a Anel y corrían para salvarse. Al salir del palacio gritaban: «¡el tirano a muerto, !el tirano a muerto!». El pueblo cansado del verdugo se levantaba en armas y la ciudad se incendiaba entre combates y gritos de libertad.
Demetrio y Anel luchaban por defender su amor y libertad. Una cruenta guerra se desató acabando con muchas vidas, pero al final con un glorioso triunfo de los guerreros por la libertad y la justicia. La pareja fue levantada como los nuevos dirigentes del imperio y celebraron con un gran beso en la plaza principal, decretando que todos eran libres de disfrutar de la vida, sin ninguna prohibición absurda.
The forbidden kiss
Demetrio was a humble farmer who cultivated the land to support his parents and younger siblings. In spite of being a man with signs of marriage, he did not yet have among his plans to look for a woman to fulfill his marital life. He only thought of giving everything he needed to his beloved relatives.
At that time the Arzue empire dominated all that land and therefore the laws were followed to the letter. Emperor Aquinio, who was a despot and tyrant, proclaimed the following law: "kissing is an exclusive delight of royalty and the unworthy people may not do it, whoever does it will suffer the penalty of death."
The people had to accept the imposition of the tyrant Aquinio, so the only signs of affection between lovers were the rubbing of hands and a kiss on the palms of the hands by the women. Because of this, the people living under the oppressor's rule had plans to revolt, but the time was not yet ripe to do so.
Many lovers were caught kissing and immediately executed in front of the town, to generate fear and submission among the people. Demetrio witnessed the terrible executions and only bowed his head, continuing on his way before the desperate cries of the lovers.
On one of those days, while his eyes were looking at the reddish and dusty floor of the road, he came across feet, small and delicate, white as the finest and most beautiful porcelain he had ever seen. Lifting his gaze he noticed those beautiful brown eyes and that mouth that seemed forged by the gods themselves.
She smiled and greeted him cordially, Demetrio responded in the same way and at that instant he felt something in his heart, he had never felt such a feeling in his heart, he swooned before the beauty and tenderness of the woman. "Hi, I'm Anel, nice to meet you," the woman spoke with a frank smile.
A little dazed, Demetrio answered: "A pleasure, Miss...." After a long pause he finished answering, "I'm Demeti.... Sorry, I'm Demetrio." He regained his courage in front of Anel's beauty. The woman was carrying some jars of water for her house and Demetrius offered to help her. Together they walked along the dusty road; they talked about many things.
Until the end of the road ended the talk. "Thank you for accompanying me, but I must say goodbye to you gentle gentleman," Anel was saying to the gawking man. She took his hand and caressed it tenderly, then kissed his palms. Demetrio felt his being shudder at such a show of affection.
After this the couple continued dating and as time went by, their love grew stronger and stronger, so much so that Demetrio was dying to kiss his beautiful porcelain-skinned, reddish straight-haired beloved. She stopped him by reminding him of the law and although they were both dying to do so they should not risk it.
One night Demetrio, after drinking some wine, went to Anel's house, she tenderly and lovingly received him. Demetrio, a little dazed by the liquor, expressed his love to the beautiful lady and told her that he only wanted to enjoy a moment on her lips. He had no more head to imagine the sweet nectar that flowed from her lips.
Anel, although she was dying to kiss him, resisted the forbidden, but such was Demetrio's insistence that in an oversight; he took her by her waist and joined his lips to those of the beautiful lady. The couple exploded with love and both surrendered to the ecstasy of the deliciously forbidden. The lovers continued to dance with their lips until an envious man looked at them and went to denounce them.
Soon the house was invaded by soldiers who captured the couple and took them to Emperor Aquinio to be sentenced for their grave crime. Anel wept inconsolably and Demetrius felt terrible, for it was his fault that they would both die.
"Why did you do it, you filthy rats, don't you know that kissing is an act only allowed to gods like us?" He approached the couple as he cupped Anel's face in his hands. "Look at me, you filthy harlot, I am your god, are you better than me?, do you even have the privilege to enjoy kissing like us, answer me."
Anel wept disconsolately as Aquinio brought his horrible, foul-smelling lips close to the beautiful woman. He would pause and whisper to her, "Before you die you will enjoy the kiss of a god." Anel screamed in despair and Aquinio would force himself on her, impregnating his horrible parched lips on Anel's delicate complexion.
Demetrio screamed and a superhuman strength made him break free from his bonds, to then take the sword of one of the soldiers, annihilate a few, and pounce on Aquinio who, surprised, could do nothing more and fell pierced by the sword of the furious lover.
The emperor lay dead in a crimson pool and the rest of the soldiers chased Demetrius, who grabbed Anel and ran for his life. As they left the palace they shouted, "The tyrant is dead, the tyrant is dead!". The people, tired of the executioner, rose up in arms and the city went up in flames amid fights and cries of freedom.
Demetrio and Anel fought to defend their love and freedom. A bloody war broke out ending with many lives, but in the end with a glorious triumph of the warriors for freedom and justice. The couple was raised as the new leaders of the empire and celebrated with a big kiss in the main square, decreeing that everyone was free to enjoy life, without any absurd prohibition.
Les dejamos la participación de Rincón Poético en el reto literario: "El beso" de los amigos de @hispaliterario. Esperamos sea de su agrado.
Invitados cordialmente a participar de este bonito reto, el link lo dejamos a continuación:
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Invitamos con todo el cariño a los siguientes usuarios:
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Texto autoría de:
Camilo Torres
DRA
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