Era una noche sin estrellas ni luna. El cielo estaba tan nublado y caía la lluvia como si hubiese cargado en sus nubes toda la reserva de agua del planeta.
Entre el ruido de los truenos y las gotas que caían fuerte sobre el techo, se lograba escuchar un maullido desesperado.
Y aunque mis padres me lo querían impedir, me armé con paraguas y botas y salí a buscarlo. La poca luz de la casa no ayudaba mucho, pero trataba de guiarme por el sonido del minino pidiendo ayuda.
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Notaba desesperada que su voz se apagaba con el paso del tiempo, y aunque recorrí una buena parte del jardín, no logré encontrarlo, y entre lágrimas volví a casa toda empapada.
La lluvia cesó fuera de casa, pero la de mis ojos se disparó de tal manera que era incontrolable no parar de llorar: no lo pude salvar! se reprochaba.
Con semejante cantidad de agua, dudaba que el felino se hubiese salvado.
Mamá llegó con una taza de té de manzanilla tratando de ayudarme a calmar mi tristeza y que lograra conciliar el sueño luego de toda esta tragedia.
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Llegado el siguiente día, la tristeza seguía intacta. No era amante de los gatos, pero si de la vida, y pensar que no logró salvarlo le pesaba fuertemente en el alma.
Mientras desayunaba, casi sin ganas, escucha un maullido tenue en las afueras. Pensaba que era su cabeza jugándole un mal rato, pero en casa los demás también lo escucharon, así que Daniela se activó a salir nuevamente, ahora con la luz del día a buscar al gatito.
Tuvo que sondear la zona con bastante detalle, pues a simple vista no se veía donde estaba el animalito, hasta que llegó a un desagüe en el que había sido encerrado.
Logró abrirlo y sacar al gato, era amarillo con rayitas blancas, estaba tan empapado que tenía el pelaje pegado al cuerpo. No tendría más de 6 meses de nacido. La miraba con ojos de agradecimiento, mientras ella lo apoyaba a su cuerpo para darle calor, y aunque ya estaba lista para salir, no le importó mojarse la ropa con tal de llevarlo a resguardo.
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En casa lo secó con cuidado, le dio de comer y ese día no fue al trabajo en la mañana, con la excusa de un malestar estomacal. Prefirió quedarse con su nuevo amigo y verificar que todo estaba bien antes de dejarlo al cuidado de sus padres.
Ya seco, se veía diferente, era una especie hermosa. Sus ojos demostraban un amor que no se veía en cualquier gato. Ella decidió quedárselo, le puso León de nombre, y desde entonces, se dedicó a rescatar animalitos de la calle y buscarles un hogar.
León despertó en Daniela una motivación de solidaridad, un tanto diferente a la que los demás suelen presentar.
It was a night without stars or moon. The sky was so cloudy and the rain was falling as if it had carried in its clouds the entire water reserve of the planet.
Between the noise of the thunder and the drops falling hard on the roof, I could hear a desperate meowing.
Although my parents wanted to stop me, I armed myself with umbrellas and boots and went out to look for him. The dim light in the house didn't help much, but I tried to guide myself by the sound of the kitten calling for help.
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I felt desperately that his voice was fading with the passing of time, and although I went through a good part of the garden, I couldn't find him, and in tears I returned home all soaked.
The rain stopped outside the house, but the rain in my eyes shot up in such a way that I could not stop crying: I could not save him! I reproached myself.
With such an amount of water, I doubted that the feline would have been saved.
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Foto de engin akyurt en Unsplash
Mom arrived with a cup of chamomile tea, trying to help me calm my sadness and help me fall asleep after all this tragedy.
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Come the next day, the sadness was still intact. She was not a cat lover, but she was a lover of life, and the thought of not being able to save him weighed heavily on her soul.
As she ate breakfast, almost listlessly, she heard a faint meowing sound outside. She thought it was her head playing tricks on her, but at home the others heard it too, so Daniela went out again, now in daylight, to look for the kitten.
She had to probe the area in great detail, because with the naked eye she could not see where the animal was, until she reached a drain in which it had been enclosed.
He managed to open it and take out the cat, it was yellow with white stripes, it was so soaked that its fur was stuck to its body. He was no more than 6 months old. He looked at her with grateful eyes, while she held him close to her body to keep him warm, and although she was ready to go out, she didn't mind getting her clothes wet to take him to shelter.
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At home she dried him carefully, fed him and did not go to work in the morning that day, with the excuse of an upset stomach. He preferred to stay with his new friend and check that everything was all right before leaving him in his parents' care.
Already dry, he looked different, he was a beautiful species. His eyes showed a love you wouldn't see in just any cat. She decided to keep him, she named him Leon, and since then, she has dedicated herself to rescuing animals from the street and finding them homes.
Leon awakened in Daniela a motivation of solidarity, a little different from what others usually show.
Invito a @valeriavalentina y a @janitzearratia a participar en el reto
Este relato es mi participación en el #retodecreaciondecontenido
Fotografías por/Photografy by: Reza Shayestehpou, Engin Akyurt, Yaopey Yong an Klim Musalimov (all from Unsplash)
Separador by: cortesy of @valeriavalentina
Edición/Edition by: @mamaemigrante
Traducido por/ translate with: www.deepl.com/translator (free version)