Poesía Narrativa: Sangre en la nieve [Esp-Eng]

Difícil borrar esa vista de mi memoria, la nieve caía al igual que sus rodillas al suelo en derrota. Todo se había perdido sin posibilidad de recuperar la gloria, pero sus manos sangrantes juraban una canción carente de misericordia. Erase una vez en el reino de los malditos y los patriotas, unos ojos llenos de furia cuyo corazón bombeaba ira que aún desborda.

Impresas en carmesí la tumba de los conspirantes de homicidio y deshonra, llegó para ustedes la última del linaje que por poco en el río negro se ahoga. En una danza letal, los músculos se separan de los ligamentos, y los huesos partidos producen gritos vehementes de dolor y desconcierto, antes de que a su corazón atraviese el forjado hierro de la katana sin compasión y con una ligera sonrisa de sarcasmo desprovista de diversión.

En las eras de rebelión, la sangre corre sin excepción, pero dejar aunque sea a uno vivo por error, puede traer al reino la destrucción. De voluntades fuertes no se nace por voluntad de Dios, se forja en el camino tormentoso y plagado de desesperación. Ella por poco renuncia a su respiración, el aliento no era suficiente para salvarse de su lamentable condición, pero de pronto el lamento sucumbió ante el odio y el rencor.

Vagando sin rumbo ni dirección, hasta el pie de un risco alcanzó, el conocimiento perdió pero una tribu merodeadora se compadeció. Sus labios rotos solo pronunciaban los nombres de quienes los traicionaron por una compensación. Los días se volvieron meses y el autocontrol volvió, solo para ser arrogado contra sus enemigos como una explosión.

Masacrados su familia y su verdadero amor, así despertó un día lleno de terror. Soñaba con eso sin falta a pesar del agotamiento y el sudor. Sus ojos rojos y vacíos marcaban el paso a la muerte con terrible aflicción, aún al despertar entre las nubes veía sus rostros en agonía sin poder revertir la situación. Pero una noche lo descubrió, los susurros de almas atadas a ella sin reparación.

La primera aparición la sobresaltó, pero poco a poco lo comprendió, desde el umbral ellos apoyarían su decisión. No estaba sola aun siendo la única con pulsación, con alivio abrazó la resolución que ahora regía su vida llena de venganza y estrategia con determinación.

Como el filo de la hoja que corta el papel con precisión, a los cuellos de los asesinos que reían sin preocupación separó. Su belleza le abrió puertas más fáciles que un cajón. Sin un discurso ni explicación, de solo verlos y tener la oportunidad superior, como si el cielo estuviera observando su vendetta en acción y decidiera hacerle el favor, para hacer rodar sus cabezas un movimiento bastó.

En sus ojos oscuros la noche se refugia y en el rubor de sus mejillas la adrenalina se manifiesta profunda. Su aliento en la penumbra, refleja el esfuerzo de su venganza conclusa. Con la herida en su abdomen profusa, que el enemigo actualmente sin latido por su manchada fortuna le regaló sin mesura, creyendo que se llevaría a la tumba a aquella joven determinada por su postura, cae de rodillas ante la nieve una segunda vez entregándose a la muerte segura.

Pero en silencio esperé verla finiquitar su venganza, haciendo brotar fuentes de líquidos escarlata. No me importaba qué tan lastimada acabara, porque sabía que cualquier herida física era mínima a comparación de las que habitarían por siempre en su alma. Rescatarla fue un acto abnegado, limpiar su sangre un servicio amable, pero con el tiempo vi sus cicatrices cerrarse, solo que la más grande resultaría en ella un corazón apenas palpitante.

La seguí entre las sombras y los silencios. Escuché todos los gritos, los disparos y el chirrido del hierro. No aceptaría ayuda y yo respetaba eso. Esperé tanto como fue posible en medio de la noche de invierno, el viento soplaba fuerte sin quererlo. Esperé y esperé cerca de la última posada que recibía a los malévolos, hasta que finalmente la noche se fundió en el silencio. Al cabo de un tiempo, ella salió sangrando y caminando lento, llevaba en su mano la katana de su padre a quien le había hecho el juramento. Luego de unos pasos colapsó sin impedimento.

Los días pasaron sin novedad, se instalaba una nueva estación por el clima audaz. No esperaba nada de ella al despertar, tal vez gratitud o resentimiento por lograrla salvar. Mi silencio gritaba palabras que ella no querría escuchar, pero me bastaba con que su corazón siguiera latiendo y pudiera volver a comenzar, un rumbo tomar y a la venganza no tuviera que recurrir jamás.

Hard to erase that sight from my memory, the snow fell like his knees to the ground in defeat. All was lost with no chance of regaining glory, but his bleeding hands swore a song devoid of mercy. Once upon a time in the realm of the damned and the patriotic, eyes full of fury whose heart pumped anger that still overflows.

Imprinted in crimson the grave of the conspirators of murder and dishonor, came for you the last of the lineage that almost drowned in the black river. In a lethal dance, the muscles separate from the ligaments, and the broken bones produce vehement cries of pain and bewilderment, before the forged iron of the katana pierces your heart without compassion and with a slight smile of sarcasm devoid of amusement.

In the eras of rebellion, blood runs without exception, but to leave even one alive by mistake can bring destruction to the kingdom. Strong wills are not born by God's will, they are forged on the stormy and despair-ridden road. She almost gave up her breath, the breath was not enough to save her from her pitiful condition, but suddenly the lamentation succumbed to hatred and rancor.

Wandering aimlessly and without direction, to the foot of a cliff she reached, consciousness lost but a marauding tribe took pity. Their broken lips spoke only the names of those who betrayed them for compensation. Days turned into months and self-control returned, only to be hurled against their enemies like an explosion.

Slaughtered his family and his true love, so he awoke one day filled with terror. He dreamed of it without fail despite exhaustion and sweat. His red and empty eyes marked the passage to death with terrible affliction, even when he woke up among the clouds he saw their faces in agony without being able to reverse the situation. But one night she discovered it, the whispers of souls bound to her beyond repair.

The first apparition startled her, but little by little she understood, from the threshold they would support her decision. She was not alone even being the only one with a pulse, with relief she embraced the resolution that now ruled her life full of vengeance and strategy with determination.

Like the edge of the blade cutting the paper with precision, to the necks of the assassins who laughed without concern she separated. Her beauty opened doors easier than a drawer. Without a speech or explanation, from just seeing them and having the superior opportunity, as if heaven was watching her vendetta in action and decided to do her the favor, to make their heads roll one movement sufficed.

In his dark eyes the night takes refuge and in the blush of his cheeks the adrenaline shows deep. Her breath in the gloom, reflects the effort of her concluded revenge. With the wound in his abdomen profuse, that the enemy currently without a heartbeat for his stained fortune gave him without measure, believing that he would take to the grave that young woman determined by his stance, falls to his knees before the snow a second time surrendering to certain death.

But in silence I waited to see her finish her revenge, gushing fountains of scarlet liquid. I didn't care how badly she was hurt, because I knew that any physical wound was minimal compared to those that would forever inhabit her soul. Rescuing her was a selfless act, cleaning her blood a kind service, but in time I saw her scars close, only the largest one would result in her barely beating heart.

I followed her through the shadows and the silences. I heard all the screams, the gunshots and the screeching of iron. She would not accept help and I respected that. I waited as long as possible in the middle of the winter night, the wind was unintentionally blowing hard. I waited and waited near the last inn that welcomed the malevolent, until finally the night melted into silence. After a while, she came out bleeding and walking slowly, carrying in her hand the katana of her father to whom she had sworn the oath. After a few steps she collapsed without hindrance.

The days passed uneventfully, a new season was settling in because of the bold weather. I expected nothing from her upon awakening, perhaps gratitude or resentment for managing to save her. My silence shouted words that she would not want to hear, but it was enough for me that her heart would keep beating and she could start again, a course to take and revenge would never have to resort to.