Hispaliterario 16 / La ardilla Ger y el humano [Esp | Eng]

Es una mañana muy bonita y percibo un olor maravilloso que sale de una habitación frente a mí.

Es una área qué es totalmente desconocida para mí y que se me ha dicho que no debo visitar porque allí viven los humanos. Los humanos no son nuestros enemigos, pero en mi familia siempre dicen que no son de fiar.

Pero el olor me cautiva y no puedo resistirme, debo averiguar qué hay detrás de las paredes. Con mi velocidad de tren bala creo que puedo llegar a asomarme y determinar que produce ese olor maravilloso y devolverme a salvo.

Ya sé que es, ya lo vi, es una cesta grande, de color beige, con orificios en forma de corazones y con una base de color café, llena de mangos inmensos, de esos que parecen injertados con piña; mis preferidos.

Estoy antojado de esos mangos de color amarillo, con verde y morado, del tamaño de la mano de un gorila. Bueno, digo yo, porque nunca he visto uno.

Ellos con su olor parecieran hipnotizarme y me cuesta resistirme a su llamado. Pero hay un detalle mayúsculo, un humano está acostado en una cama justo al lado en donde se encuentra la cesta con los mangos. Parece que estar adolorido y solo.

Creo que tendré que usar mi herramienta eficaz, la velocidad. Me acercaré para tomar un pedazo de mango y me retiraré a mi casa.

En el momento en que estoy a punto de morder la hermosa fruta, el humano me ha visto. He quedado inmóvil, él tampoco se mueve, yo lo miro, él me mira.

No sé qué hacer, a lo mejor si me quedó quieto deje de mirarme. Intentaré hacerme pasar por un adorno o una piedra. Creo que estoy entrando en paranoia, está la posibilidad de que ni siquiera me esté mirando.

A lo mejor han pasado unos segundos en esta situación, pero siento que ha sido toda la eternidad; tengo miedo.

Ahora sí se puso fea la cosa, el tipo está sonriendo. Quiero pensar eso, porque a lo mejor me está mostrando los dientes con los que piensa comerme.

-¿Hola quién eres? -Preguntó el humano.

Le he respondido que soy Ger.

-¿Y qué haces aquí? -Otra Pregunta del humano.

No podía decirle que venía a robarle su fruta, así que le dije que estaba de paso.

El humano siguió con las preguntas:

-¿Y dónde vives, cerca de aquí?

-Vivo al otro lado de la pared. -Le respondí.

-¿Y por qué estás fuera de casa? -Preguntó él.

-Le voy a ser sincero, fui atraído por el olor de sus mangos fresco e inmensos que tiene la cesta.

El humano ha sonreído y me ha dicho que tomará lo que quisiera. Eso me sorprendió, porque en mi familia siempre han dicho que a los humanos todo les molesta.

Le pregunté que si realmente no le molestaba, que le tomara alguna fruta y respondió que no, que a él ya nada le molestaba a excepción del dolor.

Esa respuesta me dio mucha curiosidad y a la vez me sentí extrañado porque el humano ni siquiera se movió para espantarme y así evitar que comiera la fruta.

Le pregunté que le causaba dolor.

El humano respondió que tenía un cáncer en los huesos y que la enfermedad se había extendido por todo su cuerpo; sus huesos se quebraban solos y producían un dolor intenso.

Eso me llenó de tristeza y también me sentí apenado porque yo había llegado para robar; le iba a robar a una persona que está en sus últimos días, que está sufriendo mucho.

Esta persona, a pesar de estar consumido por el dolor y la desesperanza, me ha recibido con amor, con cariño y me dice que tome todo lo que guste. Eso no lo hace alguien que sea malo.

Le pregunté al humano en que lo podía ayudar y ha respondido que ya lo había ayudado.

-¿Pero como cómo le he ayudado si he venido con la intención de robar? –Le expresé.

-Tu presencia, tu belleza, tus ojos alegres, tu larga cola, me han hecho sonreír, me han brindado alegría y has conversado conmigo como si fueras un buen amigo, esto ha sido una bendición porque siempre estoy solo. –Respondió el humano.

Le pregunté:

¿Quiere que lo visite a diario?, yo vivo cerca.

Respondió con un sí acompañado de una hermosa sonrisa y un alarido.

Al día siguiente volví para visitar a mi amigo, el humano, pero no lo encontré, tampoco había muebles, la habitación estaba sola; parece que mi nuevo amigo..., se fue.

It is a beautiful morning and I smell a wonderful smell coming from a room in front of me.

It is an area that is totally unknown to me and which I have been told not to visit because humans live there. Humans are not our enemies, but in my family, they always say that they are not to be trusted.

But the smell captivates me and I can't resist, I must find out what's behind the walls. With my bullet train speed, I think I can manage to peek out and determine what produces that wonderful smell and return safely.

I know what it is, I've seen it, it's a big basket, beige in color, with holes in the shape of hearts and a brown base, full of huge mangos, the kind that looks like they've been grafted with pineapple; my favorite.

I'm craving those yellow mangos, green and purple, the size of a gorilla's hand. Well, I say, because I've never seen one.

They seem to hypnotize me with their smell and I find it hard to resist their call. But there is a major detail, a human is lying on a bed right next to where the basket with the mangoes. He seems to be in pain and alone.

I guess I'll have to use my effective tool, speed. I'll reach over to grab a piece of mango and retire to my house.

The moment when I am about to bite the beautiful fruit, the human has seen me. I stand still, he doesn't move either, I look at him, he looks at me.

I don't know what to do, maybe if I stand still he will stop looking at me. I'll try to pass myself off as an ornament or a stone. I think I'm getting paranoid, there's a chance he's not even looking at me.

Maybe it's been a few seconds in this situation, but I feel like it's been all eternity; I'm afraid.

Now it's getting ugly, the guy is smiling. I want to think so because maybe he's showing me the teeth he's going to eat me with.

-Hello, who are you? -asked the human.

I replied that I am Ger.

-And what are you doing here? -Another question from the human.

I couldn't tell him I was coming to steal his fruit, so I told him I was just passing through.

The human continued with the questions:

-And where do you live, near here?

-I live on the other side of the wall. -I answered.

-And why are you away from home? -he asked.

-I'll be honest, I was attracted by the smell of the fresh, huge mangos in the basket.

The human smiled and told me that he would take whatever I wanted. That surprised me because my family they have always said that humans are bothered by everything.

I asked him if it really didn't bother him, to take some fruit and he answered no, that nothing bothers him anymore except for the pain.

That answer made me very curious and at the same time, I felt strange because the human didn't even move to scare me away from eating the fruit.

I asked him what caused him pain.

The human replied that he had bone cancer and that the disease had spread throughout his body; his bones were breaking on their own and producing intense pain.

That filled me with sadness and I also felt sorry because I had come to steal; I was going to steal from a person who is in his last days, who is suffering a lot.

This person, despite being consumed with pain and hopelessness, has greeted me with love, with affection and tells me to take whatever I like. That doesn't make someone who is mean.

I asked the human how I could help him and he replied that he had already helped him.

-But how did I help you if I came here with the intention of stealing? -I said.

-Your presence, your beauty, your cheerful eyes, and your long tail, have made me smile, have brought me joy and you have talked to me as if you were a good friend, this has been a blessing because I am always alone. -Responded to the human.

I asked:

Would you like me to visit you daily, I live nearby.

He responded with a yes accompanied by a beautiful smile and a shriek.

The next day I went back to visit my friend, the human, but I couldn't find him, there was no furniture either, the room was alone; it seems that my new friend..., left.