Mi actitud con el paso de los años - Reflexiones filosóficas de un pensador nocturno: 19/07/2024

En mi vida he tenido muchas actitudes diferentes hacia lo que piensan o dicen o hacen los demás con respecto a lo que yo hago, digo o pienso; pero en los más recientes años, he adoptado una forma de ver la vida que me resulta más saludable y me hace sentir mejor respecto a las actitudes hostiles o contrapuestas que otras personas de mi entorno puedan tener en tal sentido.


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La época de querer cambiar a los demás

Pero antes de hablar de todo esto que les estoy comentando, primero hablemos de cómo era yo en mis años mozos. Y no es que ahora yo sea un anciano venerable, pero soy una persona que supera los 40 años, y ya tengo una perspectiva, una experiencia y una actitud muy diferente a la que tenía (digamos) hace 20 años o más; ya que la vida es evolución y aprendizaje constante, o al menos debería serlo, y los golpes y diversas situaciones van enseñándote muchas lecciones en el camino, tantas que terminas aprendiendo.

Como sea, les comento que en mis años de juventud se me hacía muy difícil aceptar la oposición de cualquier persona a mis ideas, concepciones y/o conocimientos. Yo siempre he sido una persona reflexiva, analítica y amante de la virtud, la moral y las buenas costumbres; por lo que se podrán imaginar lo que chocaba y choca eso con la actitud, los pensamientos y las palabras de muchas personas que no tienen la más mínima noción ni le dan importancia a ninguna de estas cosas. Simplemente mi presencia, o cualquier cosa que yo dijera, le molestaba a algunas personas, ya que sabían que yo no congeniaba o concordaba con ellas en general.

Ahora, personalmente esto me afectaba y mucho, ya que era como que si yo decía algo, y otra persona no estaba de acuerdo conmigo y me expresaba rechazo, yo me sentía mal y trataba de convencerla de que ella estaba equivocada y que debía cambiar de perspectiva u opinión. Y si lograba convencerla de ello (cosa que muy pocas veces pasaba) entonces yo me sentía contento y feliz; pero si no era así, me terminaba sintiendo peor de lo que ya me sentía antes; lo que me llevaba a sentir un rechazo hacia dicha persona y todo lo que representaba.

Desde luego, hoy en día (después de tantos años) reconozco que esa era una actitud nada sabia y muy poco saludable, que terminaba frustrándome y generándome problemas de diversa índole (de relaciones, de salud, anímicos, etc); pero yo era una persona muy cerrada, y sobre todo, muy joven. Entonces yo cometía un error por la necedad, inmadurez e inconsciencia propia de la juventud (por mi falta de conocimiento del mundo), lo que me llevaba a estar solo y triste.

Ya que para mí era más importante tener la razón que entender al otro, o tratar de llevar una conciliación con los demás. A mí simplemente no me cabía en la cabeza el que una persona pudiese pensar de manera ilógica o errada por gusto, o de que alguien no tuviese capacidad reflexiva. Era simplemente una necesidad que yo tenía de tratar de mejorar al mundo a como diese lugar, cuando hay personas que (sin ser necesariamente malas), no están dispuestas a cambiar sus actitudes o comportamientos respecto a ciertas cosas, por más que estén claramente equivocadas y se los hayan demostrado fehacientemente.

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Mi actitud actual ante las opiniones y actitudes de los demás

Lo que les he comentado respecto a mi actitud ante las opiniones y actitudes de los demás es cosa del pasado, ya que con el paso de los años me fue importando cada vez menos la influencia que mis opiniones o actos pudieran tener sobre los demás, dado que sé que mis actos son conscientes, y sé que con ellos no afecto negativamente a nadie; por contraposición, los actos de la mayoría de las personas de este mundo son inconscientes.

Además, yo soy una persona recta, que trato a los demás siempre con el respeto que me gusta que traten a mí, y que siempre trato de aprender y ser mejor cada día respecto de lo que fui el día anterior. Entonces, sabiendo que mi actitud, mis pensamientos y mis palabras son rectos, lógicos, inteligentes y buenos; entonces no me preocupo por nada más.

Claro que siempre mantengo la humildad y ello se demuestra porque siempre estoy dispuesto a cambiar de opinión sobre casi cualquier cosa si alguien o algo me demuestra que estoy equivocado al respecto; pero esto es por la capacidad reflexiva de la que siempre he hecho gala y porque sé que nadie es perfecto.

En fin, todo esto significa que ahora puedo toparme con personas que abiertamente pueden estar manifestando pensamientos, gustos o realizando acciones que directamente choquen con los mías, y salvo que me parezcan o sean ilegales, injustos, ilógicos o fuera de sentido común, simplemente no voy a oponerme a ellas, ni voy a hacer nada al respecto o en contra de ellas. Tan es así que ni siquiera voy a decir nada al respecto.

Ahora, muchos pueden pensar que esta es una forma de cobardía, pero no, es todo lo contrario, es la valentía de saber que no puedo, ni quiero, ni debo cambiar a todos los demás. Es saber que no soy predicador, que la gente siempre aprende por sus propias experiencias (y no por las ajenas) y que en el mundo siempre habrán personas que no aprenden a pesar de nada, y también personas que piensen distinto a mí.

Esta forma de sabiduría hizo que me diera cuenta de que no necesito cambiar la actitud ni las opiniones de los demás hacia lo que digo o pienso; porque no estoy tratando de convencer a nadie respecto a nada; simplemente no necesito persuadir a nadie de que lo que sé (o pienso) es correcto realmente; y cada quien puede pensar, sentir o hacer lo que le venga en gana en su vida, siempre y cuando no me afecte negativamente en ninguna forma a mí ni a nadie más.

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Puede parecer una actitud cómoda

Sé que todo esto puede parecer una actitud cómoda, pero simplemente es cuestión de tolerancia, y significa un ahorro de tiempo y energía el que logro cuando no dejo que las malas actitudes, pensamientos o palabras de otras personas me afecten. Esto simplemente me permite estar en dominio de mis emociones, ya que yo estoy muy claro respecto a porqué pienso, hago y hablo como lo hago, y no estoy buscando convencer a nadie de ello, ni tampoco de que nadie me convenza a mí de lo contrario (salvo que pueda probar con evidencias que me equivoco).

Por lo tanto, si escucho a una persona diciendo cosas con las que no concuerdo, generalmente no la contrarío ni la confronto, simplemente la escucho y la analizo profundamente. Ahora, muchas personas confunden el silencio de los demás, y creen que esa actitud significa que están dándoles la razón en lo que están diciendo, o pensando o haciendo; y lo justifican con la máxima "El que calla, otorga". O sea, para ese tipo de personas, el acto de callar (o sea, de que los que les escuchan callen) significa que están otorgándoles la razón; pero nada más lejos de la realidad.

En mi caso es solo significa que no le voy a decir la verdad de lo que pienso o sé a alguien que simplemente sé que no va aceptarlo sin importar lo que yo diga. A veces uno simplemente no quiere discutir con idiotas, retrógrados o necios, por lo que prefiere callar; y es lo que me pasa generalmente en estos casos. Yo no soy de los que le dan la razón a los idiotas por simplemente seguirles la corriente (como a los locos), simplemente, no me nace ser así y no está en mi personalidad ser de ese modo.

Aunque debo confesar que en muchas ocasiones sí que expreso mis opiniones o conocimientos ante otros, pero solo cuando considero que estoy en un entorno propicio, o cuando puede ser aceptado por el otro en algún grado y/o, cuando considero que alguien está cometiendo un error por clara confusión; y que es capaz de rectificar si se da cuenta del mismo. Así que en esencia, lo que determina si le expreso a una persona mi opinión o conocimiento contrario sobre una cosa, es si veo que dicha persona tiene capacidad reflexiva y madurez suficiente. Si no es así, sencillamente no me molesto en hacerlo, sino que me abstengo y me aparto de dicha persona.

Esto significa que simplemente evito juntarme con dicha persona para evitar conflictos y evitar también toparme con aquello que me disgusta, molesta o con lo que no estoy de acuerdo. Pero como ya dije, esta sabiduría la he adquirido con el paso de los años; y me vino cuando entendí que la gente siempre va a incurrir en errores y en fallas, aunque les desmuestren lo equivocadas que están, porque involucran sus egos con sus acciones, y ello les lleva a cometer equivocaciones que de otra forma hubiesen podido evitar.

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Lo importante de reunirnos con personas afines a nosotros

Todo esto no significa que no me reuno ni socializo con nadie, sino todo lo contrario, que busco siempre asociarme o relacionarme con personas con intereses afines a los míos; que aunque puedan y tengan muchas opiniones diferentes a las mías, en general tengan una actitud abierta a cambiar sus acciones, actitudes y pensamientos si ven que están equivocadas.

Porque sé que no voy a cambiar el mundo, pero estoy muy claro en que tampoco voy a cambiar mi actitudes que sé correctas, ni mis convicciones, por factores sociales. O sea, no me interesa tener a cualquier tipo de persona a mi alrededor simplemente por no estar solo, o por no parecer aislado socialmente. Antes que eso, prefiero estar solo, pero claro, yo no tengo miedo a la soledad, ya que además soy alquien que valora mucho su autonomía de pensamiento y de libertad personal.

Así que no voy a cambiar mis opiniones ni pensamientos por estar con gente que no vale la pena. Ni por estar con gente que no tiene el deseo, ni la capacidad, ni la intención de demostrarme con hechos cuando creen que puedo estar equivocado en algo, ya que además, sé que dicho tipo de personas tampoco serán capaces de cambiar en nada sus opiniones, actitudes ni pensamientos por más que yo les demuestre lo equivocadas que puedan estar al respecto.

Así que ante tales casos, sé que lo más sabio será mantener siempre la distancia y el no querer ni pretender cambiar a los demás. Pero esto lo entendí cuando asimilé la máxima budista que dice que (palabras más, palabras menos), antes de intentar cambiar al mundo, es más fácil y conveniente cambiarnos a nosotros mismos.

Lo importante de todo esto es que entendí además, que el asociarme con personas que tienen actitud sabia y reflexiva ante la vida; y que generalmente tienen los mismos intereses, actitudes y aficiones que yo, hace que mi vida sea más agradable, llevadera y mejor, y me trae más felicidad, salud y bienestar personal.

Simplemente, me relaciono con personas afines a mí, y evito a las personas que considero problemáticas, necias, o insinceras en cualquier forma. Ya que yo soy muy pragmático, no busco polémicas, conflictos, ni meterme en la vida de otras personas; soy respetuoso de los demás y de las leyes y simplemente espero y procuro que quienes se relacionan conmigo también sean de esta manera.

¿Qué opinas sobre el tema tratado? Por favor comenta.


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