Reflexión sobre la vida y las despedidas - Hasta pronto, abuelo !

Ha sido una semana muy llena de emociones y movimientos internos. He revuelto todo de mi ser para entender cómo me siento, y cómo soy. He tomado mis tristezas de la mano y las he presentado al mundo. Y aquí vengo hoy a compartir con ustedes mis emociones y mis dolores. Y también lo aprendido...

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A sus 95 años de edad, mi abuelo ha partido al paraíso, donde su mujer y su mamá le cocinarán los mejores manjares, hasta que nos volvamos a encontrar. Todos reunidos debajo de la parra, y compartiendo una mesa gigante, que será tablón y dos caballetes, pero antes, déjenme presentarlo...

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Julio, nacido el 30 de junio del 28 del siglo pasado, hijo de nuevos residentes en suelo Argentino, buscando mejor vida que la ofrecida por aquella Italia... hermano menor... quien muy pronto se transformaría en un pequeño hombre, de trabajo y oficios.

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Carpintero, esposo, padre de 4, abuelo de 10, bisabuelo de 6. Amante de la jardinería y la huerta, de sus amigos, de las bromas, de ir a la terraza a prender el fuego.

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Todas sus historias parecían de fantasía, sus trabajos, sus viajes, el primer auto que compraron, la primer tele, la historia de cómo le pidió matrimonio a mi abuela y muchísimas más, siempre recordaba la casa que solían tener en el campo, y esperaba alegre la llamada de algún familiar que contara como iba o viniese de visitas.

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Se me cuelan entre lágrimas los atisbos de mi infancia donde mis abuelos eran lo más amoroso de mi corazón. Malcriadores como consentidores. Predicadores de la familia unida, en esa casa siempre se respiró comida casera y aire de aserrín. Aprender así, absorbiendo de a poco, el amor y el cuidado diario, y entender que son la fuente de la que hay que beber para disfrutar el largo camino que nos espera en este planeta. Mi abuelo siempre tuvo perros que lo acompañasen, y mi abuela, a esos mismos perros, darles alguna sobra de comida. Y también su huerta donde ella imaginaba sus platos y condimentos, y él pintando las macetas y los suelos de colores. Todavía a día de hoy, recolectamos limones del fondo del patio, donde el vigoroso árbol sigue dando brotes año tras año.

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Tardes, mañanas, mediodías, tareas en la mesa larga, y juegos con agua en el patio. Tomábamos jugo congelado en vasos sentados en la vereda, mis primos y yo trepábamos árboles que hoy tocamos sin esfuerzo, buscábamos tesoros caídos en el taller del abuelo y nos entreteníamos con dos maderas y un clavo, o un poco de masa de galletitas para darle forma, mis abuelos fueron una estabilidad emocional en nuestras vidas, una base de la que aprender y a quienes tomar como ejemplo, que es imposible para mi no remover desde lo más profundo de mi, mi manera de sentir.

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Aceptar la pérdida también es entender que no hemos perdido, sino que hemos ganado en memoria. Mis memorias y mis recuerdos, los momentos donde reímos juntos, las historias que quizás no fueron tan agradables, y cómo las superamos. El lugar cálido en mi corazón que le guardo a este hombre, que cabrón y malhumorado (pues nadie hace las cosas como él) se llevó nuestro pasado más presente. Cuando más avanza la edad, una risa robada en un rostro lleno de arrugas, vale triple.

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Mis emociones se pusieron en pausa un momento, todo lo que parecía importante pasó a un segundo plano y mis prioridades enfocaron su energía. Nos acompañamos en familia, nos sostuvimos entre todos, se volvieron a hablar algunos, que hace tiempo tenían conflicto, y todo lo que pueda seguir sucediendo, será la magia de la vida. Así y todo, había llorado tanto unos días antes, que por dos o tres días, no presté tal atención a mis emociones. Cuando por fin pude enfocar otra vez, entendí que mi corazón está rebalsando de memorias que me hacen llorar cuando hurgo allí. Asique quería hacer con ustedes mi última despedida, para llevarlo siempre en mi corazón. Sus chistes, su risa, su picardía, su amor a las mascotas, y su manera de renegar hasta con una mosca, decorarán por siempre los rincones de mi memoria, donde las comidas son siempre caseras, y el aire huele a aserrín.


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Que descanses en paz y siempre vayas despacio, no te olvides que vamos lejos...

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JB (6).JPGLas fotos son del archivo histórico de mi ordenador, algunas son de la juventud de mis abuelos, tomadas por alguien que de seguro no conozco, otras fueron tomadas por mi madre, muchas con diferentes móviles y otras con mi cámara Nikon. No soy la autora de todas ellas, pero así y todo, son parte de mi historia familiar

Gracias por leerme ✨

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