Cuando no hay alegría de vivir nos volvemos amargados y nos rendimos ante cualquier situación, además, nos tornamos incapaces de ayudar a otros y de alegrarnos por sus logros. Hace tiempo había leído una frase en alusión a aquellas personas que han pasado por momentos muy difíciles pero siguen luchando y no se les borra de su rostro la sonrisa. No recuerdo exactamente las palabras, pero voy a intentar plasmarlo aquí " grande es aquel que a pesar de las adversidades sigue siendo una buena persona y le sonríe a la vida". Cuando hay alegría de vivir el sol que llevamos dentro nunca se apaga.

Todos los días, apenas despierto, experimento la alegría de vivir, siempre doy gracias por un nuevo amanecer, que se traduce en un nuevo comienzo y la oportunidad para hacer las cosas cada vez mejor.

También experimento la alegría de vivir siendo empático con el prójimo y cuando ese sentimiento es recíproco. La experimento cuando llevo a cabo actividades que me gustan y me producen bienestar. Cuando me mantengo activa y soy proactiva, definitivamente experimento la alegría de vivir. Lo siento de esa manera porque he vivido muchas situaciones complicadas y aun así mantengo una actitud positiva, sigo de pie porque creo que mientras haya vida hay esperanza.