Uno de los niños exclama: ¡Sí, vamos a jugar! Otro pregunta en un tono de angustia: ¿Tendrán hambre? Hay una niña que resalta: Los dinosaurios son criaturas fantásticas que vivieron en el planeta tierra, pero son grandes; y el niño Azul, quien es diferente como todos, pero poco comprendido, se entretiene con ideas de interés cuando parece que está perdido, en el interior de su cabeza los dinosaurios viven a su manera.
El pequeño Azul sube algo distraído a la nave junto a sus compañeros, él no espera un viaje cargado de emociones. A Azul le gusta jugar con los dinosaurios y emitir los ruidos que hacen, pero en su cabeza las criaturas existen solo como juguetes o imágenes, para él no son reales.
Todo está listo, la nave despega y aterriza; los niños empiezan a explorar la zona donde viven los dinosaurios. Investigan cómo celebran la Navidad, descubren una cueva decorada con ramas y huesos rojos, verdes y dorados, era el árbol de Navidad; de repente se escuchan gruñidos, ruidos diferentes y fuertes. Los niños se esconden en las cuevas; el chiquillo Azul siente temor, corre y llora porque no ve de dónde proviene el ruido y espera en la cueva mirando fijamente la entrada de la cueva que aparezca la criatura, mientras respira de manera acelerada.
Hubo un silencio largo, el grupo decide ayudar a Azul a jugar a los exploradores, pero el intento falla, hasta que un amigo se disfraza de dinosaurio que lleva un gorro de Navidad y simula el ruido del dinosaurio junto al parlante de donde sale el ruido. Azul sonríe, le gusta la idea y comprende que es mejor ser un Dino azul que persigue a los exploradores en Navidad y el grupo feliz escapa del juguetón Dino azul.
El cuento está inspirado en el niño Azul de la sala donde trabajo. Azul no comprendía el viaje de los dinosaurios y en Navidad logró integrarse a la actividad haciendo él de dinosaurio.
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