"Top Gun: Maverick", lo humano siempre cautiva (sin espóiler)

Las películas que valoro como culto personal, trato de no ver sus secuelas, pero la curiosidad me ganó y fue así como disfruté de
“Top Gun: Maverick”.

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Me conseguí a Pete ‘Maverick’ Mitchell como entrenador de pilotos jóvenes que recibirán la asignación de cumplir con una misión extrema, esas de guion: suicidas, consistente en acabar con una planta de uranio.

Maverick testimonia desde lo que vive, partidario de lo práctico y de la experiencia, hace todo lo posible por enseñarles a los chicos que el trabajar en equipo es lo que garantiza resultados, siendo allí donde más conexión emocional me generó, porque la mayoría de las secuelas nos hacen ver a nuestros héroes como desgastados, derrotados o en estado de depresión. Acá no.

Si en los años 80 la película era sobre pilotos de combate con mensajes políticos, donde el romance se combinaba con el drama y la acción, esta secuela se aleja totalmente de su predecesora.

Pete Mitchell está de regreso, no por venganza, menos por demostrar algo. Volvió porque hay heridas que necesitan cicatrizar. Lo humano siempre conecta y sobre todo en la escena con Val Kilmer, Iceman.

Las proezas aéreas me pusieron al borde del asiento, pero lo emocional como la culpa de Maverick por la muerte de Goose y su deseo de ayudar, sin lograrlo, lo empujan a decidirse, cicatrizaran sus heridas, recuperando su viejo amor y solo así el pasado no pesará, es la que me llevaron a verla nuevamente.

Es una película humana, allí la clave de su belleza, cuyo entramado se parece a nosotros: el perdón, el deseo de superación, la nostalgia y sobre todo la amistad nos llegan al alma y eso lo agradecemos porque al final de la película, sentimos la necesidad de mirar nuestro pasado y decir gracias.




"Top Gun: Maverick", the human always captivates (no spoiler)

Movies that I value as personal cult, I try not to watch their sequels, but curiosity got the better of me and that's how I enjoyed a
"Top Gun: Maverick."

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I got me Pete 'Maverick' Mitchell as a trainer of young pilots who will be assigned to accomplish an extreme mission, those scripted ones: suicidal, consisting of taking out a uranium plant.

Maverick testifies from what he lives, an advocate of practicality and experience, he does his best to teach the kids that teamwork is what guarantees results, and that's where he generated the most emotional connection for me, because most sequels make us see our heroes as worn out, defeated or in a state of depression. Not here.

If in the 80's the movie was about fighter pilots with political messages, where romance was combined with drama and action, this sequel is a complete departure from its predecessor.

Pete Mitchell is back, not for revenge, let alone to prove anything. He's back because there are wounds that need to heal. The human always connects and especially in the scene with Val Kilmer, Iceman.

The aerial prowess put me on the edge of my seat, but the emotional as Maverick's guilt over Goose´s death and his desire to help, without succeeding, pushes him to decide, he will heal his wounds, regain his old love and only then will the past not weigh, is what drove me to see it again.

It is a human film, therein lies the key to its beauty, whose framework resembles us: forgiveness, the desire to overcome, nostalgia and above all friendship touch our souls and we are grateful for that because at the end of the film, we feel the need to look at our past and say thank you.




https://pixabay.com/es/photos/con-capucha-hombre-misterio-de-miedo-2580085/
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