Échame el cuento: La cesárea de mi padre

Gregor Ritter en Pixabay

Uno de los recuerdos que más valoro, aunque ahora lo sepa imposible, es el creer que mi padre me había parido.

Cuando era niño, siempre que le preguntaba sobre una cicatriz que tenía en su barriga, él me respondía: —por ahí naciste tú.

Cuando papá era joven, tuvo un trágico accidente de moto que lo dejó mal herido. Con el impacto, el manubrio se le incrustó en la panza y hubo que operarle de emergencia y… bueno, ahí tenéis el origen de la cicatriz. Era una enorme marca, como una costura, que le pasaba junto al ombligo y se perdía por la pretina de sus pantalones. Y siempre que yo le preguntaba, él me decía lo mismo: —Por ahí te parí.

Esto podría ser una simple broma a costa de mi inocencia pues, yo no sabía cómo nacían los bebés, ni que él no era mi papá. Yo nací y crecí como su hijo, de hecho, soy el único que lleva su nombre. El punto es que, por mucho tiempo creí —y afirmé delante de toda mi familia— que él me había parido. Nunca cuestioné por qué sólo me lo decía a mí, hasta que llegó el momento de decirme la verdad sobre mi padre... algo que sucedió por causas de salud. Lo recuerdo llorando y diciéndome que me amaba y que todo lo que hizo (créanme cuando les digo que fue especial conmigo), lo hizo para que, llegado ese momento, yo no lo dejará de querer. ¡Una tontería! mi corazón era suyo.

Hoy que él ya no está con nosotros y que tengo una relación cercana con mi progenitor, Rubén sigue siendo mi padre, y así será hasta que Dios retire su aliento de mi cuerpo. Donde estés, te amo, Papi.


Aprovecho la oportunidad para invitar a los compañeros @amigoponc @lucianaabrao @joseitosanchezs y @issymarie2 a que nos echen su cuentico...

H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
13 Comments