Ser niño, es ser inocente, es creer en muchas cosas, sobre todo si son dichas o ratificadas por figuras de autoridad, como nuestros padres abuelos y hasta los maestros, además es una etapa de ilusión de ensoñación, en la que creemos que muchas de las historias que leemos o vemos, pueden ser realidad o las podemos recrear o repetir, por más disparatadas que puedan ser, pero el ser niño nos permite ver el mundo de otra manera desde la inocencia que caracteriza esa etapa de la vida.
Cuando era niña pequeña de alrededor de dos o tres años de edad, presumo era como la mayoría de los niños desordenados, donde jugaba, allí quedaban los juguetes y me imagino que, como suele ocurrir, algunos de esos juguetes por uso y abuso se dañaban.
El tema era que a veces algunos juguetes se desaparecían sin mayor explicación, mi madre me contó, años después, que yo acudía a ella para preguntarle donde estaba determinado juguete, pues no lo encontraba, ella para no decirme que había ido a dar a la basura, me señala un duende de juguete que ella tenía en su cuarto y me decía que el responsable de la desaparición del juguete era el duende, yo lo creí sin dudar.
Así fue pasando los meses y un día, para sorpresa de mi madre, no encontró el dichoso duende, por lo que me preguntó si yo sabía de su paradero, a lo que le respondí:
-mami, yo lo boté, porque él me botaba mis juguetes.
Otra cosa en la que creí fielmente fue en el Niño Jesús, al igual que mi querida amiga @brujita18, yo escribía mi carta ilusionada, pero como mi madre manejo la situación desde un comienzo diciendo que el niño le había dado a ella un trabajo y que la cantidad de dinero para comprar era una determinada, para poder ayudar con la compra de los juguetes, así que para mí no fue tan traumático cuando me dijeron quien compraba los juguetes que aparecían el 25 de diciembre frente al nacimiento.
Otro personaje en el que creí y con más fervor era en el Ratón Pérez, nunca le tuve temor a sacarme un diente, no sé, pero a mí me enseñaron que allí no había mayor problema y que formaba parte de crecer, pero lo que si sé, es que para mí era mágico ver como un personaje tan pequeño podía dejarme dinero en este caso un fuerte (moneda de 5 Bolívares) a cambio de un diente que yo dejaba debajo de la almohada o sobre la mesa de noche.
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Terminando, los niños son seres inocentes que creen en lo que sus padres entre otros, les digan por ello creo que hay que saber manejar lo que se les diga, pues a veces a ellos les cuesta procesar que aquello en que creyeron, no es cierto, así termina mi participación en la columna "Échame el cuento" Cuenta algo inocente que creías de niño. Invito a participar a mis amigas @cirangela, @cielitorojo y @mariaser
