Relato: El extraño sueño de un viaje


Fuente de la imagen: Pexels

Era una mañana nublada. Me encontraba sobre una calle desierta, con pocas casas. Conforme me acercaba hacia una carretera en construcción, noté que había un puesto de venta y, al otro lado del camino, una nube amarilla gigante que cubría el edificio contiguo. Reconocí al dueño, a quien muchas veces saludaba en el mercado. El señor vendía condimentos, galletas y procesados. En cuanto a la carretera, en ésta pasaban muchos automóviles.

No llegué a acercarme a ella; en su lugar, me volví y me dirigí a otra calle llena de gente, precisamente de estudiantes por sus camisetas azules y su pantalones de mezclilla. ¿Cómo sabía que eran estudiantes? Porque había trabajado en esa escuela hace unos años.

Estaban en una especie de celebración, quizás en su semana cultural, por lo que no le di mucha importancia.

Me adentré en una calle más, a donde subí por unas escaleras, solo para toparme con pared y con la súbita realización de que había entrado por error al edificio. Entonces me fui nuevamente hacia el punto de partida, donde los coches todavía continuaban pasando; vi que algunas personas, incluyendo estudiantes, caminaban en el agua estancada de la lluvia en el terreno que estaba a un lado de la tienda. Noté que dicho terreno daba hacia otra calle. Los imité, con la conciencia de que quizás me enferme después; al llegar a esa otra calle, tomé un autobús hacia algún punto de la ciudad.

Llegué a donde era otra escuela; ahí me esperaba una mujer para entrevistarme. La escuela estaba escondida detrás de un tablado en mal estado; el edificio escolar se encontraba en mejores condiciones, por lo que pude ver.

La entrevista no duró más que 15 minutos; la mujer se disculpó conmigo, pues tenía que atender a un grupo de alumnos. Me citó para una segunda entrevista ese mismo día, pero a diferente hora. Accedí, pues necesitaba el trabajo. Luego me subí a un auto con un grupo de personas que me ofrecieron aventón; sus rostros me eran familiares, más no recordaba de dónde les había visto.

Me dejaron en lo que parecía el centro de la ciudad, con grandes casas de colores oscuros y con el tráfico en su punto. El cielo aún estaba gris; las calles estaban mojadas y con grandes charcos de agua en los trabajos de construcción que se realizaban en las banquetas.

Me volví entonces hacia una de las casas; de ahí salía un muchacho corpulento, con una camiseta azul, shorts floreados y una gorra roja; de inmediato lo reconocí como el hijo de la dueña de la tortillería que estaba cerca de mi casa. Nos saludamos mutuamente antes de marcharse cada quien por su lado, él en dirección al norte y yo al este.

No supe qué más sucedió en el sueño, pues la luz del sol me despertó en la soledad de mi pequeña habitación.

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