En la orilla del lago está la roca de los Besos y lo sabía por qué yo también di mi primer beso allí. Estaba acabando aquel verano, los días para que terminara el campamento se podían contar con los dedos de una mano y si los rumores que escuchábamos eran del todo ciertos. Los de la cabaña cinco éramos los únicos que no habíamos alcanzado todavía primera Base.

Sobre el uso de esa metáfora deportiva hay que aclarar que tras un largo debate todos en la cabaña llegamos al acuerdo que una primera Base solo contaría como un beso de amante.

No puntuaría ni valdría un tímido roce de mejillas, ni un beso de abuela, ni poner morritos. Todo eso estaba descartado, se estaba hablando, como preciso Marco, nuestro experto, de un beso francés y que como tal tendría que incluir lengua, además de tener al menos una duración superior a cinco segundos.

Por lo que todos supusimos que la cuenta se tendría que llevar mentalmente de alguna manera al tener la boca llena, como cuando nos enseñaron a conocer la distancia que se encuentra, las tormentas de verano. Contando los segundos desde que se escucha el primer trueno hasta que ves el primer relámpago que lo acompañaba.

Toda esta sabiduría provenía de lo que había contado a Marco, su hermano mayor mucho más experimentado al tener una novia, estábamos dispuestos a creernos cualquier cosa, en ese momento solo éramos unos críos con una ganas locas por crecer muy rápido.

Una gran parte de esa carrera consistía en esos últimos días en planear como en una jugada en el campo ese primer beso. Como y cuando sería, el lugar, el momento para lanzarse.

De todos los sitios, la roca de los besos, parecía el mejor. El festival la noche antes de volver a casa aprovechando las hogueras junto al lago, el momento más oportuno.

Todos en la cabaña cinco nos comprometimos a conseguir llegar a primera base antes de que despedirnos del campamento hasta el próximo año.

Así que la mañana que estábamos recogiendo nuestras cosas, los chicos estaban tristes y decepcionados conmigo.

Cuando les mentí sobre que no había llegado a primera base. Porque sí que puse morritos y justamente ella se rio de mi inocencia. En una rabieta entonces me lancé y fue tan increíble que olvide contar esos segundos que se convirtieron en eternamente perfectos.

On the shore of the lake is the Kissing Rock and I knew it because I also had my first kiss there. That summer was coming to an end, the days until the end of the camp could be counted on the fingers of one hand and if the rumors we heard were true, we in cabin five were the only ones who had not yet reached first base. Those of us in cabin five were the only ones who had not yet reached first base.

Regarding the use of that sports metaphor, it should be made clear that after a long debate, everyone in the cabin agreed that a first Base would only count as a lover's kiss.

A shy cheek rubbing, a grandmother's kiss or a pouting face would not count. All that was out of the question, we were talking, as Marco, our expert, pointed out, about a French kiss and as such it would have to include tongue, as well as have a duration of at least five seconds or more.

So we all assumed that the count would have to be kept mentally somehow by having a mouth full, like when we were taught to know the distance to be found, summer storms. Counting the seconds from the time you hear the first clap of thunder until you see the first flash of lightning that accompanied it.

All this wisdom came from what he had told Marco, his older brother much more experienced at having a girlfriend, we were willing to believe anything, at that time we were just kids with a crazy desire to grow up very fast.

A big part of that race consisted in those last days in planning as in a play in the field that first kiss. How and when it would be, the place, the time to go for it.

Of all the places, the kissing rock, seemed the best. The festival the night before returning home, taking advantage of the bonfires by the lake, the most opportune moment.

All of us in cabin five vowed to make it to first base before we said goodbye to camp until next year.

So the morning we were packing up, the boys were sad and disappointed in me.

When I lied to them about not making it to first base. Because I did pout and she just laughed at my innocence. In a huff I then launched myself and it was so incredible that I forgot to count those seconds that became eternally perfect.