📚Buenos días a todos los amantes de la literatura. Les comparto mi participación en este 18° Concurso Hispaliterario, convocado por @Hispapro, @jesuspsoto, @celfmagazine, @literatos, y @writingclub. La composición que vamos a desarrollar en esta oportunidad es en honor a la mujer, con motivo de celebrarse este 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer. Me complace invitar a mis amigas @chacald.dcymt y @tere.alv.

         📚Good morning to all literature lovers. I share with you my participation in this 18th Hispaliterario Contest, convened by @Hispapro, @jesuspsoto, @celfmagazine, @literatos, and @writingclub. The composition we are going to develop this time is in honor of women, on the occasion of celebrating this March 8 International Women's Day. I am pleased to invite my friends @chacald.dcymt and @tere.alv.

CUANDO LA FORTALEZA SE CONVIERTE EN UN ESTILO DE VIDA

         Hace muchos años tuve la oportunidad de conocer a una familia muy especial, y cuando digo especial hago referencia a sus actividades cotidianas, su estilo de vida, sus costumbres y formas de socializar; creo que este conglomerado me atrapó un poco y me transmitió un sentimiento de admiración muy profundo, pero con tristeza, el pasar del tiempo me otorgó un reflejo diferente al que estaba en la superficie. Pude conocer muy de cerca cómo cada miembro de la familia iba formando su propia vida, pero bajo la influencia de dos patriarcas; padre y madre con la misma fortaleza para seguir los pasos de sus retoños. Eran 3 hijos varones, uno con más de 10 años de diferencia de los demás, y los otros dos con edades continuas, o sea, un año de diferencia entre ambos.

         En su hogar solían realizar reuniones y grandes fiestas de sociedad; su papá ponía el dinero, y mamá, lo hacía todo, y lo hacía tan bien que quienes visitábamos el lugar nos sentíamos como en casa y con la ilusión y el deseo de que se repitiera la experiencia. Ella cocinaba como los mismos dioses, era una mujer muy sencilla pero a la vez irradiaba un carácter altivo, elegante, y muy sereno. Todas sus actividades las desempeñaba con una calma sorprendente, era como que si nada la agotaba. Una vez llegué a su casa de visita y al pasar hacia el baño, la encontré planchando sábanas en la sala, y me quedé pensativa. Tal vez hice algún gesto de sorpresa que no pasó desapercibido ya que uno de sus hijos iba pasando y me dijo en susurro: “Mamá plancha las sábanas cuando está molesta… es mejor ni hablarle”. Después de esa aclaratoria inesperada, sólo me digné a brindar un saludo sencillo sin entrar en conversación, así que le dije con mucho respeto: “Buenas tardes señora Elvira”. Obvié el acostumbrado “Cómo está usted”, porque ella no disimuló en ningún momento que estaba realmente molesta, y que lo que menos deseaba era que le hicieran preguntas, incluso, por cortesía. Me respondió secamente las buenas tardes, y yo me retiré al patio donde estaban reunidos los demás, pero mis pensamientos giraban en torno a lo que acababa de ver. Jamás había visto a aquella señora así, y menos sin establecer una cordial conversación con alguien; era seguro que el problema era grave.

         La señora Elvira se caracterizaba por ser una mujer que le abría las puertas de su casa a mucha gente, incluso, de otras partes del país. Familia proveniente de todos lados llegaba a pasar fines de semana y vacaciones a su casa que era muy espaciosa y cómoda. Ella se esmeraba en preparar las mejores comidas, bebidas y postres y aun así le daba tiempo para salir a jugar un dominó al patio, conversar, y hasta echar una bailadita al compás de una melodía llanera, unos tambores o una salsa. Qué espíritu tan alegre tenía aquella mujer y nos contagiaba a todos con su alegría. Pero siempre detrás de estas historias tan perfectas existe algo turbio que no la deja de opacar, no obstante, a pesar de que sí había un oscuro trasfondo, ella no dejaría de ser la mujer maravillosa y auténtica que nos reflejaba a todos los que compartíamos con ella.

         El tiempo fue transcurriendo y entre una visita y otra me hice más amiga de la familia, sobre todo de ella y de las otras mujeres del hogar; así fui conociendo más acerca de sus vidas. Deduje que su estrecho contacto con el mundo era su forma de escapar de su realidad. Doña Elvira no sólo había criado a sus tres hijos, sino a varios sobrinos a quienes formó y les dio estudios y apoyo a lo largo de sus vidas, pero lo más admirable fue saber que también había criado desde pequeña a una hija que tuvo su esposo fuera del matrimonio, y muchos años después, repitió la acción con otra niña. Aquella guerrera de luz llevaba en su alma muchos golpes pero a pesar del dolor, su fortaleza la mantenía de pie. Tuve la oportunidad de ver su dedicación no sólo a sus hijos y su hogar, sino a aquel esposo que había mancillado su dignidad en reiteradas oportunidades. Sus buenos sentimientos no la dejaban establecer relación alguna entre aquellos seres que quebrantaban su paz, y el producto de aquellas traiciones.

         Y así doña Elvira se fue entregando a todas las causas que arropaban a su familia, desde apoyar económica y moralmente a los hijos en crisis, hasta criar a sus nietos de escasos años de vida porque éstos fracturaban en conjunto, hogar, matrimonio, paternidad y estabilidad emocional. Nada era cuestionable en su actitud, era su manera de amarlos en forma desmedida, era su sentir de madre que le indicaba que debía estar siempre allí para lo que ellos necesitaran sin negativa alguna. Recuerdo que a sus 70 años crio un nieto que aún estaba siendo amamantado ya que la madre no quiso atenderlo, y después de más de 10 años vino a reclamarlo porque ya el trabajo estaba hecho. La señora con todo el dolor de su alma tuvo que entregar al niño sin importarle a nadie el sufrimiento que le ocasionaban al desprenderse del que de alguna manera era su hijo por haberlo criado desde que vino al mundo.

         Era sorprendente cómo todos los hijos e incluso, algunos nietos, se peleaban entre ellos por estar con aquella madre, por disfrutar sus comidas y atenciones, por obtener de ella el apoyo necesario, y por disfrutar de todas las cosas de valor material que ella pudiera proporcionarle; pero el tiempo, el destino y sus giros a veces son despiadados e inexplicables. La economía del país también afectó la estabilidad de aquella familia, y como dice una frase conocida aunque severa: “Cuando el barco se hunde, las ratas comienzan a abandonarlo”. El primero en marcharse de su lado fue su esposo, quien se alojó en los brazos de una mujer más joven que ella, y la abandonó a su suerte. Y cuando se enfermó, ya ningún hijo, ni nieto, ni sobrino, ni familiar, se peleaba por estar con ella, ya que no tenía, según ellos, nada que ofrecer, por el contrario, era una carga muy pesada, literalmente, un bulto. Una de las mujeres del hogar con quien siempre tuve contacto me contó en una oportunidad las cosas que estaban pasando, y en medio de la injusticia y el abandono que estaba viviendo aquella gran mujer, muchos nos unimos para brindarle el apoyo necesario, y aún seguimos conectados con esta causa. Sólo un hijo, el mayor de todos, le está brindando apoyo en la medida de lo posible ya que su salud está comprometida, y sus años no colaboran, pero desde el corazón no ha abandonado a su madre. Los demás, simplemente decidieron no asumir responsabilidades. Hoy en día esta hermosa mujer cuenta con 93 años de edad, está discapacitada y lejos de estar rodeada de todos los seres que una vez ella abrazó y amó desde su gentileza, está sola, abrazada a Dios, luchando con su alma para sobrevivir a la furia del destino, pero demostrándonos cada día la fortaleza y el temple de acero que caracteriza a la mujer para mantenerse de pie hasta en los momentos más duros de la vida.

         Esta historia es de la vida real, y quise narrarla para honrar a esta mujer que tuve la oportunidad de conocer en mi juventud, y que a pesar de no ser su hija me trató como una más tan sólo por la amistad que me unía a la familia. Le brindo mis bendiciones porque es un ejemplo vivo que enaltece a todas las mujeres del mundo, y que por esto y más, merecen el respeto de todos.

Autora: Ana C. Rivero Foucault (Venezuela)

WHEN FORTITUDE BECOMES A WAY OF LIFE

         Many years ago I had the opportunity to meet a very special family, and when I say special I refer to their daily activities, their lifestyle, their customs and ways of socializing; I think this conglomerate caught me a little and transmitted me a very deep feeling of admiration, but with sadness, the passing of time gave me a different reflection to the one that was on the surface. I was able to know very closely how each member of the family was forming his own life, but under the influence of two patriarchs; father and mother with the same strength to follow in the footsteps of their offspring. There were 3 sons, one of them more than 10 years older than the others, and the other two were of the same age, that is, one year older than the others.

         In their home they used to organize meetings and big society parties; their father provided the money, and their mother did everything, and she did it so well that those of us who visited the place felt at home and had the illusion and desire to repeat the experience. She cooked like the gods themselves, she was a very simple woman but at the same time she radiated a haughty, elegant and very serene character. She performed all her activities with a surprising calmness, it was as if nothing exhausted her. Once I arrived at her house for a visit and when I went to the bathroom, I found her ironing sheets in the living room, and I remained thoughtful. Perhaps I made some gesture of surprise that did not go unnoticed since one of her sons was passing by and whispered to me: "Mom irons the sheets when she is upset... it is better not to talk to her". After that unexpected clarification, I only deigned to offer a simple greeting without entering into conversation, so I said respectfully: "Good afternoon Mrs. Elvira". I omitted the usual "How are you", because she did not hide at any time that she was really upset, and that what she least wanted was to be asked questions, even out of politeness. She curtly said good afternoon, and I retired to the courtyard where the others were gathered, but my thoughts turned to what I had just seen. I had never seen that lady like that, and even less without establishing a cordial conversation with someone; it was certain that the problem was serious.

         Mrs. Elvira was known for being a woman who opened the doors of her house to many people, even from other parts of the country. Families from all over the country came to spend weekends and vacations in her spacious and comfortable house. She took great care in preparing the best meals, drinks and desserts and still gave her time to go out to play dominoes in the yard, talk, and even dance to the beat of a llanera melody, drums or salsa. What a cheerful spirit that woman had, and she infected us all with her joy. But always behind these perfect stories there is something murky that does not fail to overshadow it, however, although there was a dark background, she would not cease to be the wonderful and authentic woman who reflected all of us who shared with her.

         As time went by and between visits I became closer friends with the family, especially with her and the other women in the home, I learned more about their lives. I deduced that their close contact with the world was their way of escaping their reality. Doña Elvira had not only raised her three sons, but also several nephews and nieces whom she educated and gave them studies and support throughout their lives, but the most admirable thing was to know that she had also raised a daughter that her husband had out of wedlock, and many years later, she repeated the action with another girl. That warrior of light carried in her soul many blows but despite the pain, her strength kept her standing. I had the opportunity to see her dedication not only to her children and her home, but also to that husband who had sullied her dignity on several occasions. Her good feelings did not allow her to establish any relationship between those beings who broke her peace, and the product of those betrayals.

         And so, Doña Elvira gave herself to all the causes that sheltered her family, from financially and morally supporting her children in crisis, to raising her grandchildren who were only a few years old because they were fracturing her home, marriage, parenthood and emotional stability as a whole. Nothing was questionable in her attitude, it was her way of loving them beyond measure, it was her feeling as a mother that told her that she should always be there for whatever they needed without any refusal. I remember that at the age of 70 she raised a grandson who was still being breastfed because his mother did not want to take care of him, and after more than 10 years she came to claim him because the job was done. The lady with all the pain of her soul had to give up the child without caring about the suffering that she had to endure by letting go of the one who in some way was her son because she had raised him since he came into the world.

         It was amazing how all the children and even some grandchildren fought among themselves to be with that mother, to enjoy her meals and attentions, to obtain from her the necessary support, and to enjoy all the things of material value that she could provide; but time, destiny and its twists and turns are sometimes merciless and inexplicable. The country's economy also affected the stability of that family, and as a well-known but severe phrase says: "When the ship sinks, the rats begin to abandon it". The first to leave her side was her husband, who took refuge in the arms of a younger woman and abandoned her to her fate. And when she became ill, no son, grandson, nephew, niece, or relative would fight to be with her, since she had, according to them, nothing to offer, on the contrary, she was a very heavy burden, literally, a lump. One of the women of the home with whom I always had contact told me once about the things that were happening, and in the midst of the injustice and abandonment that this great woman was living, many of us united to give her the necessary support, and we are still connected to this cause. Only one son, the eldest of all, is supporting her as much as possible, since his health is compromised, and his years do not help, but from the heart he has not abandoned his mother. The others simply decided not to take responsibility. Today this beautiful woman is 93 years old, she is disabled and far from being surrounded by all the people she once embraced and loved from her gentleness, she is alone, embracing God, fighting with her soul to survive the fury of destiny, but showing us every day the strength and mettle of steel that characterizes a woman to stand up even in the hardest moments of life.

         This story is from real life, and I wanted to tell it to honor this woman that I had the opportunity to know in my youth, and that even though I was not her daughter, she treated me as one more just because of the friendship that united me to the family. I give her my blessings because she is a living example that exalts all women in the world, and for this and more, she deserves the respect of all.

Author: Ana C. Rivero Foucault (Venezuela)

         📚Espero que les haya gustado mi historia, gracias a todos por visitar mi blog. ¡¡¡Feliz día!!!

         📚I hope you liked my story, thank you all for visiting my blog. happy day!!!!!