Nos salvamos del ataque | Catarsis Personal

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Necesito drenar una angustia que me invadió al correr una escena en mi mente de lo que pudo haber pasado…les cuento, hoy, como cada mañana desde hace unas semanas, salí con mi esposo y mi hija a caminar, una decisión que tomamos para apostarle a la salud y combatir el sedentarismo al que nos ha sometido esta pandemia; es un recorrido que hacemos de una hora aproximadamente en los alrededores de la urbanización, un paseo para respirar aire fresco, ejercitarnos y regresar con buena energía a casa para iniciar el día con buen pie. En ese recorrido siempre vemos muchas aves de distintas especies, algunas muy ariscas, otras no tanto, por lo que se me hace irresistible procurar fotografiarlas, así lo hice esta mañana cuando las vi, sigilosamente me acerqué hasta donde posaban, allí me distraje un rato tomándole fotos a unas lechuzas hasta que llegó un pájaro ruidoso y la espantó, alcancé tomarle un par de fotos también a él antes de que alzara el vuelo, todo eso hizo que el tiempo que normalmente disponemos para caminar se nos alargara unos 30 minutos más, quizá.

Al regresar a la casa, mientras compartíamos un café en la cocina, llegaron varias notificaciones del grupo de WhatsApp del condominio, eran algunos vecinos alertando alarmados que un enjambre de abejas africanas se había alborotado atacando a una perra, al vigilante y al señor encargado del mantenimiento de áreas verdes; mientras leía los mensajes me percaté que la zona donde decían que está el nido de las abejas queda a escasos metros del sitio donde estuve minutos antes tomándole fotos a unas lechuzas, en ese instante entré en pánico, fue inevitable pensar que pudimos haber sido nosotros las víctimas de las abejas africanas, cuyo ataque es bien sabido que puede llegar a ser mortal, tanto, que en un principio se pensó que la pobre perra había fallecido, afortunadamente cuando cesó el ataque un vecino se percató que aun estaba con vida y la llevó al veterinario, ahora mismo está bastante delicada pero viva que es lo importante. En el caso de los señores a los que alcanzaron picar las abejas, tuvieron que llevarlos a urgencias para aplicarles el tratamiento requerido en estos casos.

Por fortuna, no pasó a mayores, todos debimos permanecer resguardados en nuestras casas mientras la situación volvía a la normalidad. Más tarde, cuando llegaron los bomberos e hicieron el recorrido, evidenciaron la presencia de varios nidos de abejas, los cuales esperan destruir hoy en horas de la noche. Nadie sabe exactamente que pudo haber provocado ese ataque inesperado de las abejas, yo solo puedo dar gracias a Dios que nos protegió de lo que pudo haber sido, algo que de solo pensarlo me aterroriza, no puedo dejar de pensar que mi hija estaba con nosotros, independientemente de que los 3 éramos igual de vulnerables...¿y si el pájaro no hubiese llegado a ahuyentar las lechuzas? seguramente yo me habría tardado unos minutos más en el lugar...desde entonces se me acentuó un dolorcito de cabeza de esos bien molestos, que no son ni muy muy, ni tan tan. Pensando y pensando, recordé escenas de la película de Paolo Sorrentino: “Fue la mano de Dios”, en la que él se libra de ser víctima de una tragedia por negarse a ir a unas vacaciones para quedarse a disfrutar de un partido de fútbol en el que jugaba Maradona, que fue quien catapultó esa frase cuando con su puño metió un gol en un mundial.

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Yo no sé si Dios habrá metido la mano en aquel gol, pero si sé que es su mano quien nos mantiene a salvo del peligro siempre, es la segunda vez que un enjambre de abejas se alborota en un sitio en el que acabábamos de estar, la primera vez fue en Caripe en la casa de mi mamá, para entonces lamentablemente Nikki, el perro de la casa, no corrió la misma suerte que la perra de hoy, él fue el primero en ser atacado, sus ladridos alertaron a todos de lo que estaba ocurriendo, lo que permitió ganar tiempo para el resguardo de la familia…en esa oportunidad, también fue la mano de Dios, como hoy, como siempre.

Mañana no sé si saldré a caminar, al menos no hasta estar completamente segura de que no hay rastros de esas abejas por allí y que el peligro ha desaparecido, Dios puede protegernos siempre, pero tampoco debemos abusar de su bondad, es propicio tomar acción a sus advertencias, es justo y necesario también darle una manito a Él, ya saben lo que dicen: ayúdate, que yo te ayudaré.


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