Como emprendedora que sueña en grande, a veces olvido por qué hago lo hago, normalmente me pasa cuando tengo muchas ideas y no encuentro con quién compartirlas.
Hay días que pierdo la motivación porque lo que hago no tiene eco, ni el que me gustaría ni ninguno... al menos para otros.
Algunas noches se me hacen día y me entretengo en el pasado por el agotamiento, y dejo entrar en mi mente un cúmulo de deseos sin sentido.
Hay partes del trabajo que después de días de avance noto que están mal, y toca empezar desde cero, al menos eso pareciera.
Sin duda cuando me pierdo en el futuro, pierdo confianza en mí y en por qué estoy haciendo lo que hago.
Sí, la vida de una mujer emprendedora es solitaria, con muchos momentos cargados de emociones, ya sean por cuestiones hormonales o por falta de descanso. Aún así no me rindo, no importa cuantas personas me hayan rechazado para trabajar en equipo y por ello tenga que soltar las palabras al aire. No importa que no haya eco, sólo significa que aún no he llegado a donde lo habrá. Sé que desear no es malo sino me pierdo en ellos, sé que nunca se vuelve a empezar desde cero, siempre traes algo de aprendizaje de lo anterior. Y no importa cuantas veces pierda la confianza en mí, sé que es parte del proceso y que pronto la convierto en fé (confianza plena).
Nadie ha dicho que emprender es fácil, por ello es que hay que aprender a levantarse porque es un camino de muchas caídas, pero sino te rindes, cuando menos cuenta te des estarás en la cima... Al menos en la primera de tantas.
Algo que trato de recordar es disfrutar el viaje que no sé cuando vaya a cambiar o terminar.
¿Qué situaciones han marcado tu vida emprendedora?