Hola a todos, soy Márluy, y esta es mi historia.[ESP/ENG]Hi everyone, I'm Márluy, and this is my story.

Nací un 7 de abril, ¡justo el día del aniversario de bodas por la iglesia de mis padres! Así que fui un regalo doble, porque mi mamá no quería tener más hijos, luego del nacimiento de mi hermano, 3 años mayor que yo, y que para ella resultó bastante traumático. Así que les llegó la niña, y de paso el día de su aniversario.

Crecí en un pequeño pueblo al norte de Venezuela, lleno de montañas y un frío exquisito, al que le llamaban la ciudad de los tuberculosos, porque el clima los ayudaba a mejorar su condición.

De pequeña fui una niña extrovertida, hasta que empezaron los cambios en mi rutina diaria.

Luego de estar un par de años en un colegio mixto, mamá decidió encomendar mi educación a la escuela pública, regida por religiosas católicas marianas. Gracias a ese cambio, sin siquiera hacerme partícipe del mismo, empecé a desarrollar cierta timidez, que se fue acrecentando con los años. En esa escuela terminé la primaria y luego pasé los tres primeros años de mi educación secundaria en un instituto similar.

Los dos últimos años volví a la educación privada, en un instituto mixto. Para mí fue un choque enorme, ya que estaba acostumbrada a estudiar con solo mujeres, pero me adapté rápido, aunque mi timidez no desaparecía.

Llegado el momento de decidir lo que quería estudiar a nivel universitario, fui víctima de burlas de parte de mis compañeros de clases, al decir que quería estudiar Comunicación Social, ya que no era de hablar mucho ni relacionarme en grupos grandes, pero eso no frenó mi ímpetu y logré entrar en una universidad privada a perseguir mis sueños y mi título profesional.

Estando en la universidad, me entero por casualidad que mi padre había quedado desempleado, lo cual, aparte de lo obvio, significaba que ya no tendría quien pagara mis estudios. Tenía entonces 17 años, y estaba en el segundo año de mi carrera.

Un golpe de adrenalina como ese no iba a frenarme, esa niña extrovertida y sin temor a los retos, salió a flote. Me postulé para una beca-trabajo que ofrecía la universidad, y me aceptaron. Así pude costear la matrícula y, además, aprender directamente el oficio del que nos daban la teoría en las aulas de clases.

Ya a punto de finalizar mi carrera, conocí a Laura, mi profesora de Reportaje Audiovisual, una mujer de esas como las que yo quería ser y que veía muy lejos de lograr. Ella simplemente me adoptó como hija, me llevó de la mano a mi primer empleo fuera de la universidad. Me orientó como mujer, profesional y sobre todo como ser humano.

Recuerdo de ella que era capaz de ver más allá de lo que yo solía mostrar. Ella descubrió aquella niña extrovertida que vivía en mí y se empeñó en hacerla salir. Un día, me lleva al cafetín y me pregunta si había comido; en aquel entonces yo me mantenía durante el día con una galleta y un jugo pequeño, pues era lo que lograba comprar con el poco dinero que recibía.

Trataba de hacerlo a mitad de tarde para aguantar hasta las 11 pm que llegaba a casa. Yo pensaba que nadie lo notaba, pero no era así. Laura ese día me enseñó que, en la vida, podemos llegar a tener y a ser madres de muchos, al ocuparnos de los demás de manera desinteresada.

Empecé un nuevo empleo en una productora, siendo asistente del archivo, algo que no tenía relación directa con lo que yo quería, pero ya me involucraba en los medios de comunicación. Por algo se empieza me decía yo. Igual duré poco en ese trabajo, mi último año académico era bastante movido y necesitaba tiempo para terminar proyectos y la tesis de grado.

Como debía generar dinero para la matrícula, un amigo me ayudó con otro empleo, más acorde a lo que yo quería. Ahí aprendí el arte de la edición audiovisual, y mis compañeros me motivaban a seguir esa senda, aunque yo estaba clara que lo mío era producir, y esa niña arriesgada se asomaba cada vez con menos miedo.

De mi participación en ese trabajo, salió otra oferta mucho más tentadora, y aunque no tenía experiencia, luego de una breve entrevista, fui seleccionada como asistente de producción en uno de los canales de televisión principales del país: RCTV.

Si algo me ha caracterizado es que nunca he dicho que no sé, así no tenga el conocimiento, afirmaba dominar lo que me estaban preguntando. Y aunque con la existencia del internet, en la actualidad te puedes formar en lo básico, en aquella época apenas llegaba la web a nuestro país, así que había que aprenderlo sobre la marcha.

Fue en ese trabajo que mi niña extrovertida se sintió cómoda para salir y no esconderse jamás. Eso me ha llevado a encontrar cada una de las losas que han determinado mi camino personal y profesional.

De ahí fui pasando de empleo en empleo, aprendiendo y adaptándome a las nuevas tendencias. Hice televisión, cine, radio, relaciones públicas, redacción, diagramación para prensa, y terminé siendo docente de todo aquello que había desempeñado en los diferentes medios de comunicación en los que tuve la dicha de trabajar.

Mi paso a la docencia fue casual. Ya había tenido mi primer hijo, y quería un empleo que me permitiera estar más tiempo con él, sin dejar de lado mi vocación y pasión por el trabajo mediático, que puede llegar a ser muy absorbente.

En esta etapa empecé con dos horas de clases, una vez por semana, ya luego pasaron a ser 20 en una universidad pública y 15 en una universidad privada. ¡Llegué a tener 100 alumnos a cargo por semestre, en diferentes asignaturas! Pero había encontrado un nuevo nicho y un nuevo don que desconocía por completo.

Al cabo de un año, me ofrecen ser la jefe de la Escuela de Comunicación Social en la universidad privada donde había empezado a dar las dos horas semanales. Ahí estuve como jefe por 3 años, hasta que llegó mi segundo bebé, a quien le di la prioridad de tener una mamá menos ocupada y más dedicada a su cuidado.

Pero sin dejar de lado mi pasión profesional, pasé al trabajo a distancia, haciéndome Community Manager, y explorando una nueva faceta de la comunicación social, que aún sigo cultivando y que me encanta, como también disfruté todas las etapas anteriores.

Durante mi vida de adulta he cultivado la paciencia y la tranquilidad, aprendiendo a equilibrar mis tiempos entre lo que quiero y lo que me toca ser. Mis hijos han sido desde su llegada mi prioridad, pero nunca he dejado de lado mi esencia como profesional y como mujer.

Pero en este caso, ha sido distinto a lo que suelo compartir, puesto que ha sido una retrospectiva de todo lo que he pasado para llegar a ser lo que soy en la actualidad.

Y aunque siempre he dicho que no soy periodista, sino productora, escribir se ha convertido en una pieza importante para complementar mi carrera, y considero que Hive será la plataforma para una nueva aventura comunicativa.

Gracias por leer mi historia!

I grew up in a small town in the north of Venezuela, full of mountains and an exquisite cold, which was called the city of the tuberculosis patients, because the climate helped them to improve their condition.

As a little girl I was an extroverted child, until the changes in my daily routine began.

After a couple of years in a coeducational school, my mother decided to entrust my education to the public school, run by Catholic Marian nuns. Thanks to that change, without even involving me in it, I began to develop a certain shyness, which increased over the years. In that school I finished primary school and then spent the first three years of my secondary education in a similar institute.

The last two years I went back to private education, in a coeducational high school. For me it was a huge shock, as I was used to studying with only women, but I adapted quickly, although my shyness did not disappear.

When the time came to decide what I wanted to study at the university level, I was the victim of ridicule from my classmates, saying that I wanted to study Social Communication, since I was not much of a talker or interact in large groups, but that did not stop my momentum and I managed to enter a private university to pursue my dreams and my professional degree.

While I was in college, I found out by chance that my father had become unemployed, which, apart from the obvious, meant that I would no longer have anyone to pay for my studies. I was 17 years old at the time, and in the second year of my degree.

An adrenaline rush like that wasn't going to slow me down, that extroverted child unafraid of challenges came to the fore. I applied for a scholarship-job offered by the university, and I was accepted. This way I was able to pay my tuition and, in addition, learn directly the trade of which we were taught the theory in the classrooms.

When I was about to finish my degree, I met Laura, my professor of Audiovisual Reporting, a woman like the one I wanted to be and that I saw very far from achieving. She simply adopted me as a daughter, she took me by the hand to my first job out of college. She guided me as a woman, a professional and above all as a human being.

I remember her being able to see beyond what I used to show. She discovered that extroverted little girl in me and was determined to bring her out. One day, she took me to the coffee shop and asked me if I had eaten; back then I was supporting myself during the day with a cookie and a small juice, since that was what I managed to buy with the little money I received. I would try to do it in the middle of the afternoon to hold out until 11 pm when I got home. I thought no one noticed, but it wasn't like that. Laura that day taught me that, in life, we can become in a mother in very differents ways, just by taking care of others in a selfless way.

I started a new job in a production company, as an archive assistant, something that was not directly related to what I wanted, but it already got me involved in the media. You have to start somewhere, I said to myself. I didn't last long in that job anyway, my last academic year was quite busy and I needed time to finish projects and my thesis.

Since I had to generate money for tuition, a friend helped me with another job, more in line with what I wanted. There I learned the art of audiovisual editing, and my colleagues encouraged me to follow that path, although I was clear that my thing was to be a TV producer, and that risky girl was showing up with less and less fear.

From my participation in that job, another much more tempting offer came up, and although I had no experience, after a brief interview, I was selected as a production assistant in one of the main television channels in the country: RCTV.

If something has characterized me is that I have never said I don't know, even if I don't have the knowledge, I claimed to master what they were asking me. And although with the existence of the internet, nowadays you can learn the basics, at that time the web had just arrived in our country, so you had to learn it as you went along.

It was in that job that my extroverted girl felt comfortable to go out and never hide. That has led me to find each of the slabs that have determined my personal and professional path.

From there I went from job to job, learning and adapting to new trends. I did television, cinema, radio, public relations, writing, press layout, and I ended up being a teacher of everything I had worked in the different media in which I had the good fortune to work.

My move into teaching was serendipitous. I had already had my first child, and I wanted a job that would allow me to spend more time with him, without leaving aside my vocation and passion for media work, which can be very absorbing.

At this stage I started with two hours of classes, once a week, and then it became 20 in a public university and 15 in a private university, where I was in charge of 100 students per semester, in different subjects! But I had found a new niche and a new gift that I was completely unaware of.

After a year, I was offered to be the head of the School of Social Communication at the private university where I had started teaching two hours a week. There I was the head for 3 years, until my second baby arrived, to whom I gave the priority of having a less busy mom and more dedicated to his care.

But without leaving aside my professional passion, I moved on to telecommuting, becoming a Community Manager, and exploring a new facet of social communication, which I still continue to cultivate and love, as I also enjoyed all the previous stages.

During my adult life I have cultivated patience and tranquility, learning to balance my time between what I want and what I have to be. My children have been my priority since their arrival, but I have never left aside my essence as a professional and as a woman.

But in this case, it has been different from what I usually share, since it has been a retrospective of everything I have gone through to become what I am today.

And although I have always said that I am not a journalist, but a producer, writing has become an important piece to complement my career, and I consider that Hive will be the platform for a new communication adventure.

Thank you for reading!