Luego de la auto presentación respectiva en esta plataforma, viene la incertidumbre sobre qué tema escribir a continuación. La hoja en blanco y el teclado mudo, hacen que una tarea como esta pueda sentirse como un peso muerto del tamaño de un buque petrolero cargado.
Y es que tanta alharaca en la cabeza hace que el escribir se haga difícil, y puede convertir a la hoja en blanco en una de las cosas más intimidantes y desalentadoras para cualquier persona que quiera escribir algo sobre cualquier cosa, bien se trate de un escritor novel o alguno versado y experimentado.
Es que enfrentarse a esa página vacía y mirar el espacio en blanco con la expectativa de llenarlo con una sucesión de palabras e imágenes pensadas pero nunca escritas antes, puede ser abrumador y provocar sentimientos de duda, ansiedad e incluso miedo.
Sin embargo, al considerarlo de manera lógica, racional y relajada, hay formas de enfrentarse a la hoja en blanco, antes incluso de acercarse a la computadora o el papel, que pueden ayudar a convertir esa “escalofriante” página en un lienzo repleto de creatividad y libertad:
El primer paso para enfrentarse a la página en blanco es comprender que se trata de una pizarra en blanco, y no de una pizarra limpia y sin usar. Recordemos que todos llevamos un cumulo de conocimientos, experiencias, emociones y pensamientos al que podemos echar mano cuando nos sentamos a escribir.
A pesar de la falta de palabras en la página, nuestra mente nunca está vacía. Así que, en lugar de sentir que empezamos de cero, pensemos en todas las herramientas que tenemos y podemos utilizar para llenar la página.
Otra forma en que podemos enfrentar a la página en blanco es establecer expectativas realistas. No esperemos una escritura perfecta desde el principio. Los primeros borradores son casi siempre imperfectos e incompletos, pero nos dan un punto de partida muy valioso.
No esperemos tampoco redactar una obra maestra en una primera y única sentada. En lugar de eso, lo mejor es dividir la redacción en partes manejables. Por ejemplo, concentrémonos en escribir un párrafo, una página o una sección cada vez. Los objetivos pequeños y alcanzables nos ayudarán a mantener la motivación y la productividad.
Otra cosa que puede ayudarnos a enfrentar una página en blanco es aceptar lo desconocido. El hecho de escribir es un viaje aventurado, y a veces nos topamos con joyas inesperadas mientras escribimos.
Permitámonos explorar nuevos caminos, probar nuevas perspectivas y experimentar con diferentes estilos. Hay que arriesgarse y no temer ser vulnerable en la página. A veces, la escritura más interesante y cautivadora sale como flecha del corazón y del alma para plasmarse directamente en la página.
Por último, recordemos disfrutar del proceso de escribir. No debemos pensar en la escritura como una tarea tediosa que tenemos que tachar de la lista de cosas por hacer. En lugar de eso, pensemos en la escritura como una oportunidad para conectar con nosotros y con los demás, para compartir nuestras historias e ideas, para explorar realidades y experiencias diferentes que de otro modo no habríamos conocido. Hay que disfrutar del viaje y confiar en el proceso.
En fin, si realmente lo pensamos, la página en blanco no tiene por qué ser una fuente de pavor o ansiedad. Por el contrario, puede ser un tapiz de posibilidades infinitas, en el que podemos utilizar nuestras habilidades, experiencias e imaginación para crear algo nuevo y convincente. Si nos fijamos objetivos realistas, aceptamos lo desconocido y confiamos en el proceso, podremos hacer de la hoja en blanco una aliada, en vez de una enemiga.
After the respective self-introduction on this platform, comes the uncertainty of what topic to write about next. The blank page and the mute keyboard make a task like this feel like a dead weight the size of a loaded oil tanker.
So much hullabaloo in the head makes writing difficult, and can make the blank page one of the most intimidating and daunting things for anyone who wants to write about anything, whether they are a novice writer or a seasoned and experienced one.
Facing that empty page and staring at the blank space with the expectation of filling it with a succession of words and images thought of but never written before can be overwhelming and provoke feelings of doubt, anxiety and even fear.
However, when considered logically, rationally and relaxed, there are ways of facing the blank page, before even approaching the computer or paper, that can help turn that "scary" page into a canvas bursting with creativity and freedom:
The first step in facing the blank page is to understand that it is a blank slate, not a clean, unused slate. Remember that we all carry a wealth of knowledge, experiences, emotions and thoughts that we can draw upon when we sit down to write.
Image by Luci Goodman on Pixabay
Despite the lack of words on the page, our mind is never empty. So, instead of feeling like we are starting from scratch, let's think of all the tools we have and can use to fill the page.
Another way we can face the blank page is to set realistic expectations. Let's not expect perfect writing from the start. First drafts are almost always imperfect and incomplete, but they give us a valuable starting point.
Nor should we expect to write a masterpiece in a single sitting. Instead, it is best to break the writing into manageable chunks. For example, concentrate on writing one paragraph, page or section at a time. Small, achievable goals will help us stay motivated and productive.
Another thing that can help us face a blank page is to embrace the unknown. Writing is an adventurous journey, and sometimes we stumble upon unexpected gems as we write.
Let's allow ourselves to explore new paths, try new perspectives and experiment with different styles. Take risks and don't be afraid to be vulnerable on the page. Sometimes, the most interesting and captivating writing comes like an arrow from the heart and soul to be captured directly on the page.
Finally, let's remember to enjoy the process of writing. We should not think of writing as a tedious task that we have to cross off the to-do list. Instead, let's think of writing as an opportunity to connect with ourselves and others, to share our stories and ideas, to explore different realities and experiences we might not otherwise have known about. We have to enjoy the journey and trust the process.
In the end, if we really think about it, the blank page need not be a source of dread or anxiety. On the contrary, it can be a tapestry of endless possibilities, where we can use our skills, experiences and imagination to create something new and compelling. If we set realistic goals, embrace the unknown and trust the process, we can make the blank page an ally, rather than an enemy.
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