Hola, querido hiver.
Durante esta semana las reflexiones estoicas que realizo a diario estaban dirigidas a la vigilancia de las percepciones. Cada estímulo que recibimos del mundo que nos rodea nos impacta de un modo u otro. A veces suavemente y lo sentimos como una caricia, otras en cambio parece nos que golpean tan fuerte que nos abrasan las entrañas.
Lo que la filosofía estoica propone es tratar de ser objetivos. Sentir las percepciones, saborearlas con fruición al tiempo que evitamos enjuiciarlas. ¿Somos capaces de contemplar sin opinar? Reconozco que tiendo a etiquetar demasiado rápido en base a mi intuición. También te digo que me falla pocas veces, aunque en algunas ocasiones me empeñe en no querer ver lo que hay tras las intenciones ajenas.
En los últimos días he meditado con frecuencia sobre mi paz mental. Imagino que la cercanía de mi cumpleaños, que fue ayer, tuvo mucho que ver con esa especie de evaluación o balance que he estado haciendo sobre mi propia vida.
En términos generales no me puedo quejar. Nada material necesario me faltó. En cuanto a lo emocional, sufrí las heridas que conlleva el vivir, sin pasar por grandes desgracias. En definitiva, colocando en la balanza lo positivo y lo negativo considero que gana lo primero, y sigo día a día trabajando para que la tendencia continúe.
Según la esperanza de vida de mi país ya camino cuesta abajo. Si me aferro a la genética familiar, quizás esté alcanzando el pico todavía. Mis dos abuelas se quedaron cerca del centenario. Sea como sea, mis años de expansión ya forman parte de mi pasado y han dado paso a una etapa de serenidad y plenitud desde la calma que me reconcilian con mi ser.
Ya no siento que deba cumplir con nada que no desee. Doy en la medida en que recibo, sin remordimientos ni sentirme culpable. Me enfado menos porque espero menos. Y de paso no me decepciono tanto.
Entre todas las ventajas de mi nuevo estado, me quedo con la más importante: soy feliz en soledad, con mi propia compañía. Disfruto tanto como de la compañía de quienes quiero y me quieren. Me ha costado media vida sentirme digna de mi amor propio, pero lo conseguí. Aquí estoy, tal como soy. Sin más. Ni menos.
Hasta la próxima publicación. Mientras tanto, ¡cuídate!
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©️Copyright 2024 Paloma Peña Pérez. Todos los derechos reservados.
Hi, dear hiver.
During this week my daily stoic reflections were directed at the vigilance of perceptions. Every stimulus we receive from the world around us impacts us in one way or another. Sometimes it is gentle and feels like a caress, sometimes it seems to hit us so hard that it burns us to the core.
What Stoic philosophy proposes is to try to be objective. To feel the perceptions, to savour them with relish while avoiding judgement. Are we capable of contemplation without opinion? I admit that I tend to label too quickly on the basis of my intuition. I also tell you that it rarely fails me, even though I sometimes insist on not wanting to see what lies behind the intentions of others.
In the last few days I have often meditated on my peace of mind. I imagine that the proximity of my birthday, which was yesterday, had a lot to do with this kind of evaluation or stocktaking I have been doing about my own life.
Generally speaking, I can't complain. I lacked nothing materially necessary. Emotionally, I suffered the wounds that come with living, without any great misfortunes. All in all, putting on the balance the positive and the negative, I consider that the former wins, and I continue to work day by day to ensure that the trend continues.
According to the life expectancy in my country, I am already going downhill. If I stick to family genetics, I may still be reaching the peak. Both my grandmothers stayed close to the centenary. Be that as it may, my years of expansion are already part of my past and have given way to a period of serenity and fullness from the calm that reconciles me with my being.
I no longer feel that I have to fulfil anything I don't want. I give as I receive, without regrets or guilt. I get angry less because I expect less. And I don't get disappointed as much.
Among all the advantages of my new state, I keep the most important one: I am happy in solitude, in my own company. I enjoy myself as much as I enjoy the company of those I love and who love me. It has taken me half a lifetime to feel worthy of my self-respect, but I succeeded. Here I am, just as I am. No more. No less.
See you next time. In the meantime, take care!
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