Estos últimos meses he estado experimentando una serie de emociones que me han hecho cuestionar sobre mis decisiones y el rumbo que esta tomando mi vida, para ponerlos en contexto comenzaré por contarles o recordarles a quienes han leído mis post anteriores que desde hace mucho tiempo tomé la decisión de emigrar, para ser un poco más exacta desde el 2018 estuve planeando un viaje que finalmente se dio para este año (2022). Durante ese tiempo, llegué a frustrarme en más de una ocasión, pensando que nunca lo lograría porque cada vez que estaba a punto de realizarse, pasaba algo que lo retrasaba una vez más; sin embargo, ahora que miro hacia atrás, soy consciente de que si las cosas se hubiesen dado como yo las había planeado, no me habrían sucedido tantas cosas maravillosas que viví durante ese periodo de espera, dandome la gran lección de que no siempre las cosas van suceder como nosotros queremos y eso esta bien, porque pueden haber bendiciones detrás de la pausa.
Hoy, que finalmente lo he logrado, siento que me esta pasando algo similar en relación a esa pausa. Creo que no me había dado cuenta de lo ansiosa que era hasta que me convertí en una inmigrante -pero para servirme de alivio- al menos se que no estoy sola en esto. Descubrí que existe algo que se llama: "el sindrome del emigrante", que básicamente consiste en la alteración emocional que puede sufrir una persona que ha tenido que dejar atrás el mundo que conocía, sacandola de su zona de confort y provocando estados de ansiedad, depresión y angustia por lo desconocido. Inevitablemente tambien he sido victima de este sindrome, sintiendo como cada día se apodera de mi mente y toma el control de mis emociones.
Desde que llegué a España tenía un objetivo muy claro, no venía como turista sino como tantas personas que llegan a tratar de mejorar su calidad de vida y de tener mayores oportunidades económicas; pero eso me ha costado caro, empezando por el hecho de que a pesar de que he podido conocer lugares hermosos de este maravilloso país, no los he podido disfrutar como debería o como tantas noches me imaginé que sería.
La ansiedad ha sido la protagonista desde que me bajé del avión a causa de la inestabilidad por la que pasa un inmigrante durante al menos el primer año de su proceso legal en el nuevo país. Y no es que la haya pasado mal, porque gracias a Dios nunca me ha faltado techo ni comida, y que a pesar de que estoy tan lejos de mi familia, me he rodeado de personas increibles que me han apoyado en todo momento.
Todos los que han decidido emigrar han tenido que pasar el proceso de adaptación, quizás a algunos les cuesta más que a otros pero el comienzo siempre es difícil, he tenido la oportunidad de conversar con muchos extranjeros (latinos en su mayoría) y todos han tenido la misma reacción cuando les pregunto: ¿Cómo fueron tus comienzos en este país? Ellos suspiran y algunos me han dicho: ¡ya ni quiero recordarlo! Porque es duro señores.
A veces quisiera salir corriendo...
Cuando pasamos por proceso difíciles, bien sea amorosos, económicos, sociales... La noche se vuelve el momento perfecto para meditar sobre lo que esta ocurriendo en nuestras vidas para el momento actual, en mi caso ha sido diferente, todas las mañanas despierto con esa sensación abrumadora en el pecho llamada ansiedad; debo admitir que soy una persona que piensa a veces en exceso, cuestiono cada paso que doy y muchas veces soy dura conmigo misma en relación a mis habilidades.
Por supuesto, cuando estas en un país saturado de inmigrantes, con demasiada demanda de empleo te toca competir, luchar y sobresalir, sobretodo cuando estas en una situación irregular respecto a tu permiso de trabajo, lo que tambien trae como resultado ser victima de estafas, injusticias y hasta acoso por parte de pervertidos. Tenía una idea de lo que me tocaría enfrentar pero nunca se compara con la realidad, cuando lo vives en carne propia lo único que se repite en tu mente es: "yo no quiero pasar por esto, quiero salir corriendo de aquí y volver a mi lugar seguro"... Pero me he dado cuenta del proceso que he estado pasando y como se va expandiendo mi zona de transición, porque desde hace mucho que pase el umbral que representaba mi zona de confort y aunque no puedo decir que he llegado a la evolución total que representa este período, al menos se que me siento un poco más valiente y decidida a tomar las riendas de mi vida, mirar a mis miedos de frente y decirles que yo soy más poderosa que ellos.
Y aquí estoy, dejando a mis emociones fluir sin resistirme. He aprendido a convivir con ellas y cada vez que me visitan les abro la puerta con humildad, porque entendí que no podemos forzar las cosas y que cada exito tiene su proceso, hay que pagar el precio para lograr los objetivos.
Quiero terminar este post con una frase sacada de una de mis canciones favoritas de la banda Imagine Dragons, Birds:
"LOS SUEÑOS TE HARÁN LLORAR..."
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