Desde hace más de un año algo pasa los martes en la plaza más céntrica de Santiago de Cuba. Yo formé parte de ese algo. Como a eso de las 9 pm se empiezan a reunir personas tras el busto del apóstol para presenciar el suceso, aunque sí se podría decir que en su mayoría son jóvenes, pero todo el que pasa o es atraído por el sonido es bienvenido.
Y esa era la clave, el sonido, pero no estamos hablando de un grupo de jóvenes cualquiera que pone música y se sienta a descargar un día tan aleatorio como un martes en plaza de Marte, sino que a nosotros nos gusta llamar arte a lo que hacemos. Y no habría otra forma de definirlo: entre pistas de rap descargadas de algún canal perdido de YouTube empiezan a surgir las rimas. Y traerlas de casa escritas también estaría genial para compartir entre amigos. Pero los martes en la plaza lo que ocurre es una batalla campal por medio de los versos y la improvisación que se hace el medio idóneo para salir victorioso de esta contienda.
La gente de la ciudad acude a sorprenderse, reí, gritar incluso las acrobacias líricas que intentamos hacer (y casi siempre resultan) como en el coliseo romano simplemente por la "gloria" o en algunos casos (qué la mayoría hemos experimentado) ir a trapear a la plaza es una forma de liberarse, olvidar el estrés de la casa, el trabajo, la escuela y simplemente por una noche a la semana ser libres.
En busca de esa libertad, ponemos el parque, a vibrar hasta altas horas de la noche, con el público casual, arengando a través de sus gritos las rimas buenas o las batallas que parecen estar más reñidas y, si aunque acabamos algo tarde, hasta ahora nadie se ha quejado. Tal vez por la ubicación que elegimos o tal vez porque Santiago de Cuba es ya de por sí una ciudad musical y con rica tradición a lo largo de los años y, al parecer, las batallas de rap de cada martes en plaza de Marte ya se van volviendo parte de ese enorme legado cultural.