Te vi partir por sólo unos días y algo se quebró

9a40a274b96c3e4a0e031b54877571ed.jpg

Hay personas en nuestras vidas que su ausencia, unas pocas horas, tal vez sólo algunos minutos que parecen prolongarse como una cinta elástica, afecta. Esas son las personas que amamos, aquellas que construyen con sus partes los lugares vacíos que los que venimos al mundo.

Esas personas indudablemente Dios las coloca para que construyan nuestro camino y sean parte nuestro camino. Los padres son el fundamentando, el engranaje principal que arma todo lo que somos.

La otra pieza que ayuda a echar nuestra maquinaria, que junto a nosotros ayudar a marcar los minutos de nuestra existencia, son nuestras parejas. Sí, ellas dan color y sentido aparte de lo que hacemos a diario.

Hoy me he despedido de mi pareja. Viaja para resolver asuntos impostergables en su provincia, para redondear ese círculo que es nuestra unión. No lo sabía, pero desde que se aproximaba la fecha de salida, mis estructuras comenzaron a removerse.

a453ce8a041d49732818fc461e8fcb4e.jpg

Notaba como se removía, cómo observaba mis reacciones, como apasionadamente me dejaba todo listo para que “no pasar trabajo durante su ausencia”. Eso, en silencio, me conmovía.

Me hacía pensar todo lo dichoso que fue la primera vez que respondí un “Hola” que recibí en mi Messenger. El bien que me hice, que nos hicimos al mantener una charla respetuosa y fluida durante meses. Tiene que ser así. Queda comprobado que los apuros no generan nada bueno.

Nosotros nos tomamos nuestro tiempo. Disfrutamos la inmensidad de temas que nos hacían hablar cinco o seis veces al día varios minutos. Incluso aquellos puntos en los que no coincidíamos.

Ese fue el principio de todo. Aquello que cimentó las bases para que nos encontráramos personalmente. Todavía recuerdo la noche en que lo recogí frente a la terminal de ómnibus de Pinar del Río.

Estaba nervioso, pero casi nunca me gusta aparentar que lo estoy. Fue directo y todavía con algún nudo en la garganta lo saludé. Me habló y sentí un extraño brillo en sus ojos. Surtí efecto. La primera batalla estaba ganada. Pero no dije ni una palabra que me delatara.

La noche se fue encargando de arreglarlo todo. Todo calló por su propio peso. Y sí, florecieron los narcisos.

Vendría el encuentro final. El que lo marcara todo. Vivir todos los días juntos hasta que Dios lo permita. Ese encuentro se revitaliza casi todos los días.

Luego de un tiempo viviendo juntos parece como si fuera por primera vez. Los temas se hablan con el mismo ímpetu, las energías para caminar, salir, conversar no cesan.

Las ganas de emprender proyectos se multiplican y se concretan cosas buenas. Más de las que esperaba. Ahora, la comida, el color de la ropa, su olor, el sentido del trabajo es diferente. Lo vivo con más ímpetu. El agotamiento siento honestamente que es menos.

e5e3f5e52d2c66ea63dd3506249e8953.jpg

Querer al alguien renueva todas las cosas. Por eso verle partir esta mañana, si vienes por temas de trabajo y trámites que se resuelven en pocos días, ha sido como un pequeño tsunami.

Como siempre me he mostrado cariñoso, pero las grietas, esas que me ve, las he tratado de ocultar. Quiero que vaya con buenas vibras para que resuelva todo bien y rápido. Y regrese, regrese pronto para que por esta parte no se sienta que algo está asfixiando.

*Imágenes tomadas de:(https://www.pinterest.com/your_username)

H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
Join the conversation now
Logo
Center