Acercándome a la noción de mora y un haikú para Mizu No Oto - Every Image Has Its Haiku - WEEK #21

Y bien, estimados amigos, se me acabaron las características del haikú presentadas en el post de convocatoria que susualmente publican los amigos de @bananafish para Mizu No Oto - Every Image Has Its Haiku. Con la edición presente, arriba a la vigésimo primera semana (mira las bases aquí y participa, ¡te encantará!) y eso es muy emocionante, pues estos concursos semanales han sido motivación para explorar el mundo del haikú, no solo escribiendo estos poemas, sino también revisando sus elementos formales. Con estos preámbulos solo quiero decir que seguiré trabajando, ya por mi cuenta, algunos aspectos que me parezcan interesantes para aprender sobre el haikú y mejorar la técnica de composición.


haiku 21.jpg
Fotografía de @marcoriccardi, proporcionada por los organizadores para nuestra inspiración.


Uno de los aspectos interesantes, tratándose de una composición en una lengua extranjera, tiene que ver con sus unidades métricas. Sabemos ya que un haikú en español se construye con un esquema métrico 5-7-5, en verso libre. Sin embargo, esta disposición responde a una fórmula propia del haikú tradicional en japonés: la “mora”.
Un haikú clásico, estaría compuesto por tres versos de cinco y siete "moras". Pero, ¿qué es una "mora"?
En principio es una unidad que no existe en español, pues la constitución fonética de nuestras palabras gira en torno al acento de intensidad ubicado en la vocal nuclear de la sílaba tónica. Nosotros no tenemos eso que es la “mora”, o la ponderación de un peso silábico que se aprecia fonéticamente como sílabas breves o largas, cosa que sí ocurre en el latín o en el japonés. Citar el latín en este caso tiene mucho sentido, aunque no sea una lengua de raíz familiar al japonés. Explico brevemente.



Tal vez hasta mediados del siglo XIX, se usó como esquema de análisis formal de la poesía en lengua española el modelo latino, acoplado a la consideración de un ritmo de cantidad, constituidos por pies. De manera que un cierto número de pies, entendidos estos como la agrupación de sílaba breves o largas, conformaba un verso de cierto tipo. Pero el español no puede hacer de manera natural este tipo de ritmo, pues nuestras sílabas no son breves o largas, sino tónicas y átonas, es decir, prima la intensidad y no la cantidad.
La manera que vio el arte métrica para aplicar tal modelo formal consistió en hacer la semejanza entre sílabas breves y largas con las sílabas, respectivamente, átona y tónica.
Veamos como resume estas equivalencias Antonio Quilis (1975: p. 15), maestro y estudioso de la métrica española:

Tradicionalmente, se han venido señalando cinco tipos de ritmo en el verso castellano, tomando como base la distribución en pies de la métrica cuantitativa latina.
Hay que tener en cuenta que en latín clásico las vocales no eran tónicas o átonas, como hoy en castellano y en las lenguas románicas , sino largas o breves ; por 10 tanto, sus sílabas eran largas o breves, no tónicas o átonas, como las nuestras. El orden regular de las sílabas largas y breves en un verso se realizaba en las agrupaciones denominadas pies. Los tipos fundamentales de pies eran:

  • yambo, de dos sílabas: breve - larga: u troqueo, de dos sílabas: larga - breve: - u
  • dáctilo, de tres sílabas: larga - breve - breve : - u u
  • anfíbraco, de tres sílabas: breve - larga - breve; u - u
  • anapesto, de tres sílabas: breve - breve - larga: u u -

Aunque en nuestra métrica la unidad fundamental del verso es la sílaba, y no el pie, se ha venido arrastrando la clasificación latina, sustituyendo la oposición larga/breve por la de tónica/átona (larga tónica, breve = átona) ; de este modo , los ritmos serán:

  • yambo: dos sílabas: átona - tónica ; , como en el verso .Amór de ti nos quéma blánco cuérpo . . (Miguel de Unamuno).
  • troqueo; dos sílabas; tónica - átona; 􀇽 -, como en el verso «y érall úna sómbra lárga. (José Asunción Silva).
  • dáctilo: tres sílabas: tónica - átona - átona ; 􀇼 - -, como en .Cántan las mózas que escárdan el Iíno. (Valle Inclán).
  • anfíbraco: tres sílabas; átona - tónica - átona; - - -; «Los cláros clarínes de prónto levántan sus sónes. (Rubén Darío).

Pues bien, vale la pena acotar, antes de concluir que el modelo latino se fue sustituyendo en la práctica por un modelo acentual que reconoce únicamente dos tipos de ritmo del verso español: yambo y trocaico, determinados por la distribución acentual par o impar en el cabo del verso, cosa mucho más natural a nuestra lengua.
De manera que, amigos del haikú, cuando se hablan de las diecisiete moras de esta composición, se habla del equivalente a diecisiete sílabas en español. ¿Cómo los japoneses establecen en su lengua la conformación de las “moras”? Esto es tema para investigarse… ya les iré contando.
Por lo pronto dejo mi haikú, inspirado en la bella fotografía de @marcoriccardi:

El puerto duerme.
Sus reflejos y sombras
En el mar quieto.


El-puer-to-duer-me. (5)
Sus-re-fle-jos-y-som-bras (7)
En-el-mar-quie-to. (5)


The port sleeps.
Its reflections and shadows
In the quiet sea.



Gracias por la compañía. Bienvenidos siempre.

 


Referencia

Antonio Quilis (1975). Métrica espaola. Ediciones Alcalá. Madrid. España.



¡Libertad para mi país!





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