Una nueva oportunidad

Se miraba en el espejo cuidadosamente, detallando las profundas ojeras, los ojos cansados y lo reseco de la piel del rostro.

Su cabello lucia desaliñado y parecía que sus dientes crecieron unos centímetros debido a que sus encías se retrajeron.

Su lengua vestía una capa blanca y podía notar que su saliva era espesa, producto de la deshidratación de tanto vomitar. Era evidente que había pasado una terrible noche, una sin dormir, internado en el sanitario con el piso como cama y la taza de baño como almohada.

Lo cierto es que no era una noche lo que había pasado en penumbras sino todo un día. Los efectos de dejar su vicio le sobrevenían como castigo y represalias por su decisión de ser saludable. Como una pandilla que ajusta cuentas a un miembro que desea abandonarlos.

Pero estaba decidido a seguir con su desintoxicación. Nada le impediría esta vez dar el paso de la recuperación. Era consciente de que esos efectos serían temporales, que luego vendría la calma después de la tormenta.

Con firmeza se miraba en el espejo, no pensando en la imagen terrible que se reflejaba en el momento, sino en la que con el tiempo podría disfrutar; un rostro saludable y lleno de vida… lo que anhelaba con entusiasmo, lo que lo llevó a tomar su sabia decisión.