No me imagine este escenario durante la edición 2017/2018 de la Liga de Campeones de Europa, el torneo de clubes de fútbol de mayor prestigio en el globo terráqueo.
Pensé que el Real Madrid, bicampeón del torneo, tendría un rival que pudiera apearlo mucho antes de las semifinales y así evitar un nuevo gallardete para los blancos.
Ni el PSG -sin Neymar- en octavos, ni la Juventus -subcampeona de la pasada edición- en cuartos, lograron batir al conjunto español. Solo la "Juve" estuvo a punto de obrar el milagro hasta que llegó el penal in extremis que salvó a los merengues en casa.
Llegó el turno de la semifinal, el Bayern Múnich se veía como un rival fuerte para derrotar al Madrid, se jugó el duelo de ida en Alemania; escenario inmejorable para tomar pulso en la eliminatoria. Saldo final: Bayern 1 Real Madrid 2.
Con ese resultado, el conjunto que dirige Zidane tiene -casi- pie y medio en una nueva instancia final, sería la tercera de forma consecutiva. Tres finales consecutivas en Champions durante la era moderna es todo un lujo, es decir, contando las "orejonas" obtenidas en blanco y negro, es una época destacada para el conjunto de la capital de España.
Mañana se juega el partido de vuelta entre estos dos colocos, un nuevo duelo de los dos equipos que más jugaron entre sí durante la Copa de Europa -curiosamente nunca en una final-, será la oportunidad para los bávaros de frenar a los merengues o por el contrario, la presencia en Kyev de los actuales monarcas.