Carabobo y el “fenómeno Lacava”


Por: Sergio Lárez

Analizando la situación que atraviesa nuestro país y las causas que aquí nos trajo (sabiendo que no existe una sola causa), pues viene a mi mente aquel discurso de aquel lamentable día para Venezuela, el 04 de febrero de 1992. Yo aún no había nacido, pero para el año 1999 bastante se había escrito, dicho y alertado sobre aquel militar que “heroicamente” se atrevía a empuñar las armas de la nación contra un presidente legítimo.

Cual justiciero redentor, inicia aquella madrugada la intentona golpista que lo catapulta hacia la cúspide de la opinión pública de aquel entonces. Intento de magnicidio que supo aprovechar para subvertir el resultado de una fracasada sublevación, la cual convirtió en victoria a través de aquel minuto de fama en la televisión nacional, para “asumir la responsabilidad”, no por la muerte de muchos venezolanos, sino por “no haber logrado los objetivos planteados en la ciudad capital”: tomar el poder mediante la violencia.

El alzheimer histórico y político hizo que muchos olvidaran el derramamiento de sangre ocurrido en el año 1992 (04 de Febrero y 27 de Noviembre) y se dejaran seducir por el elocuente, carismático y mesías Hugo Chávez, quien se aprovechó de cuarenta años de bipartidismo adeco-copeyano y el deseo de cambio, lo que generó el caldo de cultivo para el ascenso al poder de aquel subversivo, que una vez llegado a la presidencia, rasgaría sus vestiduras para mostrar su verdadero ropaje socialista. Ideología pulverizada por la realidad.

Cinco años han transcurrido desde el fallecimiento de Hugo Chávez y las condiciones del país van de mal a peor. Su heredero, Nicolás Maduro, ha sumergido a la Nación en la más dura crisis económica, política y social de toda la historia republicana.

Los esfuerzos de Maduro por imitar la personalidad y capacidad retórica del ex mandatario han sido muchos, con escasos resultados.

En este sentido, un miembro del chavismo ha retomado el carisma cómo forma de cautivar a la población con fines electoreros. Hago referencia a quién fue alcalde del municipio Puerto Cabello. Actualmente, gobernador del Estado Carabobo: Rafael Lacava.

Tal es el impacto de este personaje en la política actual, que muchos de quienes se dicen opositores a la tiranía socialista se sienten deslumbrados y atraídos por sus aparentes ganas de “trabajar y hacer bien las cosas”.

Muchos ya olvidaron que pertenece a las filas del chavismo y que él representa a tan nefasta camarilla que ha saqueado a la nación venezolana en estos últimos veinte años.

Hoy, las armas de este “gobernador” no son precisamente los fusiles; sino el populismo disfrazado de carisma, la ridiculez y payasada por medio de las redes sociales para ganar la simpatía de esa población que representa un voto a corto y mediano plazo, es decir, adolescentes y adultos jóvenes.

No es casualidad que para el cierre de campaña a la alcaldía de Valencia en Diciembre de 2017 se haya contratado a un cantante reguetonero de talla internacional (en lugar de ocuparse por ofrecer distracción y espectáculo al ciudadano carabobeño, debería ocuparse de lo mal que la pasan los mismos con la falta de insumos médicos en los hospitales y la falta de transporte público en el Estado) aprovechando este show por supuesto para atraer votantes y usarlos como vehículo para acceder al poder.

El objetivo principal de éste artículo no es realizar una comparación entre el fallecido Hugo Chávez y Rafael Lacava, puesto que son personajes totalmente distintos, al menos en cuanto a lo que personalidad respecta. Tampoco pretendo atentar contra la democracia, sino contra aquellos que la utilizan cómo el medio para saciar sus apetitos personales e intereses partidistas.

Soy fiel creyente de un Estado democrático, donde no sólo se deposite una papeleta en una caja, sino donde se elija verdaderamente a las personas más capaces y aptas para dirigir los destinos de la nación, donde los electores estén formados políticamente y educados para evitar la manipulación populista y demagógica, ciudadanos conscientes de la realidad que los rodea y sujetos activos en los asuntos de interés nacional. Sin estos ingredientes, continuarán sentándose en Miraflores los populistas, demagogos, los farsantes, charlatanes y cómo no, los caudillos; pues, las falsas expectativas no corren solamente por cuenta de quienes las ofrecen, sino también por quienes las acogen ilusamente, sin previa evaluación crítica.

A kilómetros de distancia, con relación a mi amada Venezuela advierto sobre el peligro que se cierne sobre la patria.

Artículo de opinión escrito por nuestro colaborador Sergio Lárez para la Arepa Digital.


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