¡Una nueva ciudad!
Era mi primera navidad en aquella nueva ciudad, tenía solo un mes y medio de haber llegado a ella, todo era extraño y diferente.
Ya era diciembre y había llegado la navidad, aquellas luces por doquier, innumerables esferas de distintos colores y texturas, adornos en cada rincón, villancicos retumbando las calles, negocios y centros comerciales, se respiraba navidad en el ambiente, todo era alegría y felicidad, pero yo, yo estaba triste y cabizbaja, me sentía sola, no tenia amigas, ni siquiera una mascota con quien jugar.
Esa tarde justo antes de caer la noche, aquel 24 de diciembre, escribí mi carta a papá Noel en la cual mi única petición fue corta y precisa, un amigo, solo eso le pedí a Santa.
Todo estaba listo para cenar, la meza servida, un gran banquete sobre ella, toda mi familia estaba en casa, cuando escucho la vos de mi padre decir:
Hija ve a la cochera y trae las copas de vidrio por favor
De inmediato voy padre.
Fue entonces cuando me dirigí a obedecer la orden de mi padre, sin saber que a partir de ahí mi vida cambiaría por completo.
En medio de la oscuridad y el frío de la noche, a lo lejos escuche el llanto de un pequeño cachorro y de inmediato me acerque a el para ver que sucedía. El pobre e indefenso animal se había atorado en una alcantarilla y su pata estaba lastimada.
Sabía que debía ayudarlo y lo lleve a casa para curarlo y alimentarlo.
Y eso, eso fue lo mejor que pude haber hecho en mi vida, porque había encontrado a ese amigo que tanto necesitaba, ese pequeño cachorro se convirtió en mi compañero, mi confidente, mi fiel amigo.
A partir de ese día la tristeza desaparecio, ya tenia con quien jugar, con quien ir al parque a pasear y como a santa no le dio tiempo de colocarlo en el arbolito aquella noche, yo lo hice por Él.
Imagen de mi autoría tomada con un teléfono Samsung Galaxy S3 mini