Cante, aunque no cante.

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"Este mamífero salvaje, busca sobresalir de su manada. Para cumplir su objetivo aprovechará los elementos de camuflaje que le brinda su entorno y se beneficiará de las debilidades de los otros animales". Si leemos esto con un acento español (similar al empleado por el fetiche noventero de "La Serie Rosa") seguramente se asociará a un documental de National Geographic, pero aterrizado a nuestra cotidianidad, bien puede acercarse a la necesidad de algunos especímenes de tener lo que Andy Warhol denominó: "Los 15 minutos de fama".

Este post se ve inspirado por el reciente “atentado” a la ópera y la canción napolitana de los años 20, proferido por el pintoresco Abelardito de la Espriella y desde luego por los muchos ejemplos de nuestra sociedad, en la que el sobresalir en un área particular pareciera estar ligado (como esperamos estén las trompas de la Cabal) a una obligación del ciudadano a ser torturado por el ímpetu de sujetos que "se comieron el cuento de tener un vozarrón" en alguna reunión familiar o social en la que seguramente la chicha y el guarapo, alentaron esos comentarios desinhibidos que le dieron alas a la celebridad de turno, para sin la menor consideración, someternos a padecimientos que ni Hitler, Uribe y Malúma juntos, osarían imponer.

Por la naturaleza de mi trabajo, alguna vez conocí a este individuo que desborda carisma y bacanería -hace parte del personaje que interpreta- Por eso, no me sorprende nada de lo que hace o dice. Pero cuando decidió "interpretar" una pieza básica del "bel canto", la vaina se volvió personal y revivió en mi demonios que creía exorcizados. Así, gracias a su incursión en este terreno, hoy vamos a recordar a varios personajes que definitivamente no tienen las condiciones de Flora Martínez, Vicky Dávila o Hánsel Camacho. Pero que si el dicharachero Jimmy Salcedo no se hubiera excedido en ese estilo de vida tipo "Studio54", posiblemente serían convidados a esa inmortal sección: ¡CANTE AUNQUE NO CANTE!

En la obscuridad no solo era el nombre del sencillo con cuál Amparo Grisales se desató, también era ese limbo en el que estaban quienes le dijeron a la “sex symbol” contemporánea de Matusalén que tenia futuro como cantante. Tras ver este experimento, divas como "La Geithner" se animaron a cantar el “intro” de sus novelas, diskjockeys como Tulio Zuloaga, que tuvo que hacer una versión decadente de "La cachucha bacana" tipo "Iván y sus Bam Band" para entender que su futuro estaba en el glotón emprendimiento del "Pizza Master". El actor Marcelo Cezán, a quién antes de dejarse seducir por la versión autóctona de “Lolita” no le servía -como a Chayanne- su nombre de pila, para incursionar con ese pegadizo e incomprendido estribillo con el que quiso sacar tajada de la taquillera hollywoodense "Nueve semanas y media". Edmundo Troya, galán por excelencia de las producciones del mediodía de Jorge Barón (Si, antes de dar pataditas y echar agüita, producía novelas) quién entró en modo divo y cantó el cabezote de la telenovela "Paloma", debut y despedida. –Supongo que ese trauma llevó a la vedette Nelly Moreno a perderse en los excesos y al mejor estilo de Isadora (otra diva nacional de la canción ochentera), terminar expiando sus culpas en un culto de barrio-.
El mundo enloquece con las caderas de Shakira, pero como sería de desdeñable su interpretación de "Magia" que a día de hoy no descansa tratando de borrar cualquier evidencia, tal como hizo con los amargos recuerdos de su ex De la Rúa. La ex reina Andrea Noccetti se dejó llevar por el entusiasmo y la efervescencia del momento y se lanzó a cantar "Noches de Cartagena" en el show de David Letterman, naturalmente fue blanco de bromas durante un tiempo, eso si, al menos le sirvió para impulsarse como actriz.

Futbolistas como Faustino Asprilla con el Grupo Niche o Juan Fernando Quintero incursionando en el género urbano, también tuvieron "sus palomitas". Y desde luego, los políticos, que por mantenerse vigentes, captar atención o sumar votos, se le miden a escenas espontáneas en un karaoke callejero, tal como hicimos con Marta Lucia Ramírez en un tradicional “septimazo”. Sin ir mas lejos, basta recordar la reciente campaña de Iván Duque, plagada de demostraciones histriónicas. Cuando la campaña por la presidencia de Estados Unidos estaba en un punto álgido, el ex gobernador de Arkansas William Clinton acudió al show de Arsenio Hall con su saxo -Qué bueno que su mandato no hubiera estado marcado por alterar esa primera vocal...-. El ex presidente Belisario Betancourt, fue uno de los invitados del buen Jimmy Salcedo e hizo gala de su voz ronca, aunque es mejor no recordar en que momento de la historia del país utilizó esta cortinilla de humo...

Todos estos ejemplos nos sirven para reconocer que Abelardito no es el primero ni será el último, es evidente que la mayoría de críticas vienen desde la animadversión por el personaje, en mi caso esto es personal. ¿Tenía que posar de costeño mediterráneo, cuando conociéndolo, es mas cercano al vallenato ramplón de Silvestre? Loco, si cantas una de esas “corroncheras”, el auto tune no sería tan evidente. Si querías audiencia, debiste actuar en consecuencia, al fin y al cabo eres la versión caribe de Gianlucca Vacchi.

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