Un político viajaba en un avión y en el asiento de al lado iba una niña sola; miró a la niña y le dijo: dicen que los viajes de avión se hacen más rápidos charlando, ¿te parece que hablemos?
La niña lo miró, y cerrando el libro que tenía en sus manos, le dijo:
— ¿De qué le gustaría hablar?
El político respondió:
— ¿Te parece que hablemos sobre las leyes del país?
— Bueno -respondió la niña- pero déjeme antes hacerle una pregunta: un caballo, una vaca y un conejo comen lo mismo, o sea hierba, ¿no?
— Sí, contestó el político.
— Pues bien, ¿me puede explicar por qué el excremento del conejo son bolitas, el de la vaca una “plasta” y el del caballo una pelota como de hierba seca?
El político, visiblemente sorprendido por la inteligencia de la niña y tras pensar un rato, dijo:
— Pues no tengo ni idea.
A lo cual la niña le dijo:
— ¿De verdad se siente calificado para discutir sobre las leyes del país, cuando no sabe ni opinar sobre una mierda?