El año pasado comencé a tocar violín. Este instrumento se convirtió en un sistema casi terapéutico para expresar mis emociones.
Por motivos ajenos a mi voluntad tuve que dejarlo; acá les dejo un poema que escribí.
Recuerdo la sensación de paz que me brindabas cada vez que por tus notas navegaba.
Extraño el olor del arco que subía y bajaba precipitadamente mientras mis dedos se movían armónicamente.
Quiero tenerte otra vez para mis sentimientos expresar, ojalá algún día te vuelva a encontrar para emprender otro viaje musical.
Tú y yo somos igual de melancólicos, dibujamos en compases esta vida tan melódica.
Esa madera, esas palabras escondidas en tus efes y en tú alma son las cosas que nos vuelven uno cuando sonamos en una Marcha Eslava o en un «pas de deux», de esos que me encantan.
Te espera mi partitura y yo silbando una triste canción, espero que tus cuerdas no se oxiden así como lo hace mi corazón.
Un abrazo en calve de sol :) gracias por leerme