Los golpes que no se ven...


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Hay palabras, gestos y actitudes que duelen más que un golpe, y seguramente casi el 100% de las mujeres y hombres que hoy me leen han protagonizado episodios como los que les voy a narrar en este post.

Mucho se habla del feminicidio, de la violencia de "género" y de cómo las mujeres son vulneradas, maltratadas y golpeadas por los HOMBRES de sus vidas. Pero muy pocos se enfocan en los casos de violencia emocional y psicológica que incluso es ejercida por mujeres contra mujeres. Y lo voy a contar desde mi experiencia, tengo suficientes, tantas que podría escribir varios tomos de un libro. Sin embargo voy a relatarles las que más me marcaron.

Caso 1: Cuando era adolescente, me encantaba usar franelillas, tops y shorts, incluso para salir. Mi mamá me decía que no saliera así, pero que si lo hacía: "No te quejes si te agarran una nalga". Es decir, que si un hombre era irrespetuoso conmigo, no era su culpa sino mía por mi forma de vestir. Parece una tontería, pero a la fecha me siento expuesta si uso shorts.

Caso 2: Tenía 15 días de haber dado a luz a mi primer bebé, estaba aún hinchada, amamantando, trasnochada. Fue una tía a visitarnos, hizo los respectivos mimos al recién nacido, me miró y soltó una frase lapidaria: "Hija, usted arreglese y no se deje engordar mire que su esposo es muy buen mozo, fácilmente se consigue otra". ¡Ah claro! Cual objeto tenía que estar en buenas condiciones para no ser abandonada y conservar mi valor como si fuera una mercancía.

Caso 3: Tuve una crisis matrimonial, como en toda relación hay momentos más difíciles que otros. Opinadoras de oficio, todas mujeres, me dijeron que se debía a que "no lo atiendes como se debe, no le cocinas, no le arreglas la ropa, pasas el dia en la radio, viajas mucho". ¡La culpa siempre fue mía, por no cumplir con los estándares de ama de casa perfecta! Para el entorno algo hice mal como "mujer" y cause el colapso del sistema. ¡Que cosas! ¿No?

Caso 4: Mi hijo se enfermó y tuvo que ser hospitalizado, mi esposo pidió permiso a su jefe para acompañarnos en la clínica. Su jefe le respondió con una pregunta: ¿Por qué no lo atiende la mamá? En esos casos la que tiene que estar es la mamá. Ummm ¡entiendo! El papá no tiene esas responsabilidades, a un papá no le toca eso, no está dentro de sus "funciones". Aunque esa visión retrógrada ha ido disminuyendo en los entornos laborales, hay muchos lugares en los que se mantiene y eso no puede continuar.

Caso 5: Estaba una vez en una reunión laboral, y determinamos que necesitábamos contratar a alguien más para completar el equipo, cuando estábamos pensando en el perfil de esa persona, una compañera dijo lo siguiente: "¡Prefiero que sea hombre... porque sábes?, si es mujer, tiene muchos rollos y si sale embarazada no nos sirve!". Ante esa sepulcral afirmación, me quedé en shock. Resulta que las mujeres somos menos aptas o tenemos menos chance en un trabajo porque somos madres o estamos predispuestas a serlo en cualquier momento. ¡Aplausos!

Como vemos estas anécdotas son simples, tan cotidianas que pasan desapercibidas, pero son tan violentas como un golpe a puño cerrado. Nos lastiman, nos marcan, nos hunden desde niñas. Esos prejuicios no nacen y crecen solos, los perpetuamos nosotros, todos, mujeres y hombres.

Nadie tiene derecho a hacerte sentir inferior por tu género, luchen siempre con todo su ser para promover la igualdad. Eduquen a sus hijas sin encasillarlas de este modo, y no llenen la mente de sus hijos con estos paradigmas que solo nos hacen retroceder años de trabajo colectivo.

Nadie merece ser violentado o ninguneado. Todos tenemos las mismas oportunidades y derechos. Formemos los adultos del futuro en medio de la inclusión y el respeto. ¡Juntos Podemos!
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