Raíces pemonas

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Cuando veo a la gente asombrada por cómo los Pemones han reaccionado ante los abusos de la dictadura, yo solo pienso en la señora que está sentada con la rama en la mano.

Ella es Andrea Ventura, la hija de Sulpiciana. Ella, quien tuvo varios hijos con un viejo Italiano con el que luego se casó el mismo día que su hija mayor. Curiosamente, firmo en su acta de matrimonio con su apellido de soltera , y minutos después con el de casada en el acta de su hija. Tú sabes, por aquello de los formalismos.

Lo que contaba mi abuela (la morisquetera de la derecha), era que Andrea Ventura siempre fue una mujer de caracter fuerte, severo y parco, fiel a sus raíces pemonas.

Este caracter trancao lo confirmé ya grande, gracias a una anécdota contada a cuatro manos por mis tíos Efraín (el del centro de la foto) y Salomón. El primero de ellos, se metió en problemas de muchacho al pegarle una pedrada a otro niño en el caserío perdido dentro del Estado Bolívar donde vivían. Al ver al muchacho tendido en el suelo, corrió a esconderse en la casa y hasta allá lo fue a buscar el policía (sí, policía en singular) del pueblo.

El detalle fue que el agente, con quien primero se encontró, fue con Andrea Ventura. Y así sería su fama de mujer de armas tomar, que el oficial de la ley tuvo que hacerle una exposición detallada de motivos del por qué tenía que llevarse al niño Efraín preso.

Al final, ella accedió a que se llevaran a su hijo menor, no sin antes lanzarle esta sentencia al policía:

-Eso sí: mañana temprano, me lo vuelve a traer.

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